Antes de ser el primer humano en pisar la Luna, Neil Armstrong protagonizó otro hito de la carrera espacial.
Hace ahora 55 años estuvo en el primer acoplamiento entre naves fuera de la Tierra.
Armstrong y David Scott fueron lanzados en la nave Gemini 8 a bordo un cohete Titan II desde Cabo Cañaveral el 16 de marzo de 1966.
La misión Gemini 8 fue planeada para tres días, durante los cuales Armstrong y Scott se reunirían con el vehículo objetivo Agena-D y realizarían cuatro pruebas de conexión.
El vuelo era para avanzar sobre el éxito de las tripulaciones de las naves Gemini 6 y Gemini 7, que en diciembre de 1965 lograron el primer encuentro entre dos vehículos espaciales tripulados.
Tras seis horas de vuelo, con cinco órbitas y nueve maniobras de encuentro, Armstrong cerró la distancia entre el Géminis y Agena y procedió al acoplamiento.
En cuestión de minutos, los pestillos de conexión del Agena se cerraron y una luz verde indicó que el acoplamiento se había completado con éxito.
Poco después, empezaron los problemas.
Cuando el vehiculo Agena comenzó la ejecución de su programa de control de actitud, que maniobró las naves unidas a girar 90 grados a la derecha, Scott se dio cuenta de que Gemini 8 estaba ya en giro.
Mientras, Armstrong utilizó los propulsores de su nave para detener el giro, pero después de detenerse, de inmediato el proceso comenzó de nuevo.
Informó de que el combustible del sistema de propulsión se había reducido a 30%, lo que indicaba que el problema podría ocurrir en su propia nave espacial.
Por ello, decidieron desacoplarse del Agena para que pudieran analizar la situación.
Scott cambió el control del Agena a comando de tierra, mientras que Armstrong luchaba por estabilizar el vehículo combinado lo suficiente para permitir el desacoplamiento.
Después de estabilizar la nave espacial, probaron cada propulsor OAMS uno por uno y se encontró que el número ocho se había quedado encendido.
Casi el 75% del combustible de maniobra de reentrada se había utilizado para detener el giro y las reglas de la misión dictaban que el vuelo se cancelara una vez que el RCS fuera utilizado por cualquier motivo.
Se decidió dejar que la nave continuara una órbita más para que pudiera aterrizar en un lugar que pudiera ser alcanzado por las fuerzas de recuperación.
El plan original era que Gemini 8 aterrizaría en el Atlántico, pero acabó siendo en el Pacífico, a 800 kilómetros al este de Okinawa y mil kilómetros al sur de Yokosuka, Japón.
Los astronautas fueron recuperados sanos y salvos.