Ciencia

Un tercio de la población mundial carece de Internet

Desde el último censo de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) en 2022, unos 100 millones de personas más han logrado acceder a la red, pero todavía hay 2 mil 600 millones que carecen de ella.

En 2023 un tercio de la población mundial sigue sin tener acceso a Internet, aunque el número de personas conectadas nunca fue tan alto, según las últimas estadísticas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) publicadas este martes.

Desde el último censo de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) en 2022, unos 100 millones de personas más han logrado acceder a la red, pero todavía hay 2 mil 600 millones que carecen de ella. 67% de la población mundial, es decir 5 mil 400 millones de personas, está en línea.

“Este aumento de la conectividad es otro paso en la dirección correcta”, dijo la secretaria general de la UIT, Doreen Bogdan-Martin, citada en un comunicado.

Sin embargo, sigue sin avanzar lo suficiente y se necesitan esfuerzos sostenidos para lograr una conectividad universal y eficiente para 2030.

“No cejaremos en nuestros esfuerzos hasta que vivamos en un mundo en el que la conectividad efectiva sea una realidad concreta para todos nosotros, independientemente de dónde vivamos”, insistió.

FOTO: PEXELS

Lógicamente es en los países de bajos ingresos donde la progresión de las conexiones es más fuerte, con un aumento del número de internautas de alrededor de 17% durante el año pasado, explica la IUT.

“No obstante, solo un tercio de la población de estos países está conectada a internet”, añadió.

Las últimas estimaciones mundiales confirman que el crecimiento de dos dígitos de la conectividad a internet observado en 2020, estimulada por la pandemia de COVID-19, los confinamientos y largos períodos de teletrabajo, fue muy breve, subraya la UIT.

Las poblaciones que todavía no están conectadas son también las más difíciles de alcanzar.

A menudo se subestiman otros obstáculos, como velocidades de conexión demasiado lentas, precios demasiado elevados, falta de alfabetización digital, barreras culturales y lingüísticas, discriminación de género y a veces la simple falta de acceso a la electricidad.

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