Cultura

54 años de que Violeta Parra se suicidó: persiste su legado musical

El 5 de febrero se cumplieron 54 años de que Violeta del Carmen Parra Sandoval (1917-1967) decidió irse de este mundo terrenal, para volar infinita como cometa en alguna arpillera. Y es que su objetivo de llevar la música popular chilena a otras latitudes fue alcanzado: sus composiciones persisten en la memoria de las generaciones latinoamericanas que han acudida a ellas en búsqueda de esperanza, nostalgia o resistencia. Han encontrado un testimonio infinito del sonido y la palabra.

Violeta Parra junto a otros investigadores folcloristas como Gabriela Pizarro, Héctor Pavez y Margot Loyola, sentaron las bases de la Nueva Canción Chilena, un movimiento masivo de renovación musical (que respondía y se nutrió de la Nueva Canción Latinoamericana) cuyo objetivo fue recuperar la tradición folclórica con un marcado compromiso social-político.

Violeta tuvo la inquietud de recorrer los lugares más recónditos de Chile, para reunir la ‘auténtica música popular chilena’. De esos viajes quedó el libro Cantos folclóricos chilenos (1979) como testimonio de investigación en el que registró tonadas, décimas y entrevistas, y los primeros discos de su carrera como solista. En Radio Chilena tuvo el programa Canta Violeta Parra y fundó el Museo Nacional de Arte Folklórico (1958). Viajó a Europa para llevar sus melodías y su arte a otras latitudes. Recorrió su país dando charlas sobre la música popular y realizó presentaciones.

Su espíritu artístico la llevó a experimentar también con cerámica, pintura al óleo, escultura y arpilleras. Fue tal su inquietud creativa que fue la primera latinoamericana que expuso en el Musée des Arts Decoratifs del Louvre (París), con la muestra ‘Tapices de Violeta Parra’ (1964). Sus arpilleras, óleos y esculturas transgredieron las fronteras de su Chile.

Uno de sus proyectos más ambiciosos se inauguró en 1965: la carpa de La Reina (Calle la Cañada 7200). Un espacio que rememoraba una carpa circense, para ser un punto de encuentro de la música folclórica latinoamericana. Sin embargo, el proyecto no alcanzó la afluencia esperada por lo que devino en fracaso. La situación personal y el proyecto último abonó a una depresión que le arrancó la existencia al poco tiempo.

Violeta Parra dejó su más grande herencia: melodías de verdadera gloria humanista. En su voz se sintetiza un remolino de emociones que van de la nostalgia a la resistencia. En cada estrofa se vislumbra el fondo de su alma, sus viajes, el canto del pájaro y los grillos. Se escucha a cada cantor y a la injusticia.

Y no han faltado las voces que han hecho distintas versiones de sus temas, como “Gracias a la vida”, una de las canciones icónicas y la carta de despedida de la interprete: Óscar Chávez, Mercedes Sosa, Chavela Vargas, Miguel Bosé, Alejandro Sanz, Joan Báez y más recientemente Mon Laferte, sólo por mencionar algunos.

Sin embargo, su repertorio se conforma de una larga discografía compuesta por 11 álbumes en solitario, algunas grabaciones con su hermana Hilda (con su proyecto de ‘Las hermanas Parra’) y colaboraciones.

Y es que en cada melodía de la Parra uno se vuelve canción, llano, campo, tierra húmeda, desierto, bosque o ciudad. Te vuelves Arauco o Run Run, fruta madura, jardinera, zancudo y amapola. Y es inevitable querer volverse guerrillero y bailar cuecas. Volver(se) al pueblo y ser cometa de alguna arpillera. Ser memoria, canto y libertad. 

 

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