Cultura

Carmen Toscano, la cineasta mexicana pionera en Cannes

Toscano presentó en Cannes en 1954, "Memorias de un mexicano", un documental con imágenes filmadas por su padre y más cineastas sobre la Revolución Mexicana.

Son pocas las mujeres latinoamericanas que han figurado en el Festival de Cannes, y una de las pioneras fue la cineasta mexicana Carmen Toscano, y también la venezolana Margot Benacerraf.

Las dos primeras ediciones de la muestra, que echó a andar en 1946 tras la Segunda Guerra Mundial, ya contaron con directoras en la competición, entre ellas la portuguesa Bárbara Virginia y la francesa Nicole Vedrès. Pero en esos años no había un verdadero concurso y la premiación se regía por criterios diplomáticos que intentaban contentar a todos los países.

Fue a partir de mediados de la década de 1950, que la muestra fue adoptando un formato que se acerca más al actual, con un palmarés más exigente y un jurado internacional.

La labor de Carmen Toscano en Cannes

La mexicana Carmen Toscano (1910-1988), hija del pionero del cine en México, Salvador Toscano, presentó en Cannes en 1954, “Memorias de un mexicano”, un documental con imágenes filmadas por su padre y más cineastas sobre la Revolución Mexicana y otros hechos históricos.

Toscano hizo “una labor titánica porque, aunque a lo mejor no filmó demasiado, tuvo que editar y tener un ojo y una visión para revisar el material que había filmado su padre”, explicó a la agencia AFP Patricia Torres San Martín, investigadora docente en cine y género de la Universidad de Guadalajara.

“Es uno de los mayores aportes de una mujer creadora mexicana a un movimiento tan importante sociopolítico como la Revolución Mexicana”, señaló.

El filme fue declarado monumento histórico de México en 1967.

El hecho de ser la hija de Salvador Toscano, le ayudó pero al mismo tiempo la “ensombreció”, dice la experta. Con el predominio de “la cultura patriarcal”, el trabajo de la cineasta, que también era escritora, quedó muy rezagado y no tuvo el reconocimiento que se merecía.

También una venezolana hizo historia en Cannes

En 1959, bajo la organización del ministro francés de Cultura, André Malraux, la selección de Cannes incluyó una nueva generación de directores, con obras más audaces, indica la web del festival. Entre ellas destacan “Los 400 golpes” de François Truffaut, “Orfeo negro” de Marcel Camus (Palma de Oro), “Nazarín” de Luis Buñuel… y “Araya”, de Margot Benacerraf.

La venezolana, que ya había participado en Cannes con su corto “Reverón” en 1953, presentó un poético docuficción en blanco y negro sobre la vida de los trabajadores en unas salinas en el nordeste del país.

La joven cineasta, que había estudiado en Francia, “llega con su película bajo el brazo, una mujer sin respaldo de nadie”, recuerda Alexandra Cariani, directora de la Fundación Margot Benacerraf.

“Araya” ganó el premio FIPRESCI, de la crítica internacional, ex aequo con “Hiroshima mon amour” de Alain Resnais.

Pese a que luego fue a otros festivales, como Locarno y Moscú, la película no se estrenó en Venezuela hasta 1977.

“A nadie le interesó ‘Araya’, ningún distribuidor de Venezuela la compró. Era una película que les parecía un riesgo, que era demasiado rara, demasiado autoral”, dice Carini.

La cineasta “no fue sólo pionera en el cine, sino que fue del grupo de la nueva ola latinoamericana y no la mencionan en ningún lado, ni los hombres le han dado ningún valor porque ella era la única mujer”, afirma Milvia Villamizar, responsable del acervo de la Fundación Margot Benacerraf.

Benacerraf, que actualmente tiene 97 años, fundó la Cinemateca Nacional de Venezuela y numerosos festivales, dedicando la mayor parte de su vida a la difusión del cine de su país y de la región.

Toscano y Benacerraf abrieron la senda de las directoras latinoamericanas en la competición por la Palma de Oro en Cannes, el mayor festival de cine del mundo. Pero hasta ahora, han sido poquísimas las que han podido seguir su estela.

La argentina Lucrecia Martel consiguió en dos ocasiones entrar en la selecta lista, con “La niña santa” (2004) y “La mujer sin cabeza” (2008). También lo logró la brasileña Daniela Thomas, que codirigió con Walter Salles “Linha de Passe” (2008).

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