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Catalogan las expresiones del Patrimonio Cultural Inmaterial de Aguascalientes

FOTO: INAH

Aguascalientes es mucho más que la Feria Nacional de San Marcos, por este motivo, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), catalogó las expresiones del Patrimonio Cultural Inmaterial (PCI) que, generación tras generación, se han transmitido, perviven y se reactualizan en distintas poblaciones de esta entidad.

La idea de emprender esta relación, refiere la directora del Museo Regional de Historia de Aguascalientes, Violeta Tavizón Mondragón, surgió al examinar la colección de bordados y deshilados que resguarda el recinto, en cuya delicadeza de sus puntadas, tejidos y calados se refleja la habilidad y el saber de mujeres hidrocálidas que, desde el siglo XIX, hicieron esta actividad un sello de identidad.

Con el apoyo en la investigación del antropólogo social Luis Roberto Quiñones Vargas, originario del estado, empezó a desarrollarse el catálogo dedicado a las manifestaciones del Patrimonio Cultural Inmaterial de Aguascalientes que, a la fecha suma 45, clasificadas en los rubros de historia oral; usos sociales, rituales y actos festivos; y técnicas artesanales tradicionales.

La indagación del egresado de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), lo llevó a sumergirse en archivos locales para conocer su origen, demostrando que en los poco más de 5,600 kilómetros cuadrados de este territorio, se encuentran leyendas e historias, fiestas, cultos, danzas y saberes artesanales, que deben tener mayor divulgación entre propios y extraños.

Este “mapa”, aunque somero todavía, puede detonar investigaciones y proyectos, en torno a cada una de las expresiones enlistadas; ejemplo de ello será “Bordando el silencio”, muestra que el Museo Regional de Historia de Aguascalientes montará en 2024.

Al respecto, la curadora, Violeta Tavizón, señala que concibió esta exhibición junto con el sociólogo Víctor Solís, y a través de ella dialogarán 55 piezas textiles históricas −de las 150 que integran la colección de bordados, dechados y deshilados del espacio museístico−, con otras recientes.

Así como en el siglo XIX, las mujeres de Aguascalientes y los Altos de Jalisco se reunían por las tardes para bordar, cantar canciones mexicanas y fumarse una que otra “Carmencita” o un “Faros”; hoy en día, el bordado es reivindicado como un ejercicio de atención plena y enfoque, incluso, contestario, pues más allá de los motivos tradicionales, las hidrocálidas denuncian vivencias y realidades crudas  con su labor.

Como patrimonio vivo, continúa la titular del recinto, las expresiones del PCI evolucionan al paso de las comunidades, las cuales le otorgan nuevos significados a sus prácticas cotidianas o periódicas, por mencionar algunas, la representación de los chicahuales, en Jesús María; la danza de Indios de Mesillas y Tepezalá; el viacrucis viviente en San José de Gracia o la peregrinación y procesamiento de culto al Señor de las Angustias, en Rincón de Romos.

Aunque destaca la Feria Nacional de San Marcos, de las más antiguas del continente americano con casi dos siglos a cuestas (se celebra desde 1828); en Aguascalientes existen expresiones de orígenes más remotos, como la leyenda del Cerro del Muerto, que cuenta la desaparición de uno de los tres sacerdotes gigantes, de los antiguos chichimecas y chalcas; y otras contemporáneas, como el Festival de las Calaveras, que surgió hace poco menos de 30 años, en tributo al grabador hidrocálido José Guadalupe Posada.

Asimismo, enuncia Violeta Tavizón, “tenemos las danzas de chicahuales, de matlachines –practicada en todo el estado−, o de Indios, que son resultado del proceso de evangelización en la región durante los siglos XVI y XVII, como puede observarse en sus elementos que combinan lo prehispánico y lo europeo; los viacrucis, peregrinaciones y romerías, como la dedicada a la Virgen de la Asunción, nuestra patrona, de reminiscencia barroca”.

“Ya hacia el siglo XIX, vamos a tener la leyenda del beso, que hace referencia a la independencia de Aguascalientes respecto a Zacatecas; la presencia de talleres dedicados a la cerámica mayólica, influenciada por tradicionales artesanales españolas, pero con características propias; y ni hablar de los bordados y deshilados, que se torna tradición por esas fechas, y detona una industria textil que pervive al día de hoy”, agregó.

“A partir de que más investigadores se sumen a nuestro proyecto de catalogación, la lista se enriquecerá. Este es solo el comienzo”, finalizó Violeta Tavizón.

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