Cerca de mil personas despidieron a Fernando Botero en su ciudad natal, Medellín, última parada de los homenajes póstumos a uno de los artistas latinoamericanos más relevantes del siglo XX antes de su sepultura en Italia.
El féretro llegó a la ciudad colombiana en un auto negro. Fue recibido por militares en la Plaza Botero, junto al Museo de Antioquia, un complejo que alberga cientos de pinturas y esculturas de bronce que el artista donó a la ciudad, en otrora centro de operaciones del narcotráfico.
Medellín comienza tres días de homenajes en memoria del artista antes de la inhumación de sus restos en Pietrasanta, en el norte de Italia, junto a su esposa, la artista griega Sophia Vari, fallecida en mayo.
Decenas de sus admiradores aprovechaban la oportunidad para tomarse fotografías con las obras de Botero. Otros hacían fila pacientemente para despedir por última vez al “maestro”, fallecido el 15 de septiembre en Mónaco a los 91 años por una neumonía.
“Me pareció un evento importante, más que todo para la ciudad, porque es un referente cultural. Conozco el impacto que ha tenido en la ciudad, principalmente con las obras que hizo en la época en la que Medellín estaba en tanta violencia”, dijo Juan Pablo Góngora, de 20 años.
“Es como venir a devolverle un gesto de agradecimiento por todo lo que hizo por la ciudad”, agregó el estudiante universitario, Juan Pablo Góngora.
El cuerpo de Botero permanecerá en el Museo de Antioquia el martes y miércoles. El jueves, tras una ceremonia católica, será cremado.
Venerado en su ciudad
Entre las décadas de 1980 y 1990, al tiempo que Botero ganaba fama mundial, Medellín fue el epicentro de una guerra urbana que involucró al entonces poderoso cartel de Medellín, liderado por narcotraficante Pablo Escobar, abatido por la policía en 1993.
Durante esa época, casi 7 mil personas murieron por la violencia del narcotráfico.
Para May Pérez, administradora retirada, Botero “fue un diplomático de la cultura de Colombia. No dejó nunca de retratar las costumbres, la vida, las cosas positivas y negativas: la guerra, la paz, la pobreza, la abundancia”.
Cientos de admiradores dieron un largo aplauso por la mañana al cortejo fúnebre que se dirigía al Museo de Antioquia.
“¡Botero por siempre!”, vitoreaba una y otra vez una mujer de unos 60 años, vestida de negro y cubierta con una bandera colombiana, que observaba el evento detrás de una valla de seguridad.