A las diez de la mañana del segundo día sin Cristina Pacheco, uno de los primeros en llegar a la funeraria fue Don Fernando, asiduo televidente de Santa María La Ribera, que seguía a la periodista y escritora desde sus inicios.
¿Cuánto tiempo tiene siguiendo el trabajo de Cristina Pacheco? se le preguntó. Y respondió: “como desde 1980 seguía toda su programación”.
A mediodía, Silvia arribó a la funeraria con sus acompañantes; cargaba huacales y cajas que se agitaban: eran palomas que revoloteaban.
Era un grupo de colombicultores que crían palomas mensajeras. Era un acto de liberación en homenaje a la mujer que les abrió los micrófonos para contar su historia.
“Ya tiene más de veintitantos años que veía su programa. Yo le llamé por teléfono a su secretaria, porque yo quería invitarla para que me inaugurara una exposición de palomas, entonces ella me dijo que no podía ir a la exposición, a esa inauguración, pero que si gustaba podía ir a la casa hacerme la entrevista’’, aseguró Silvia Velázquez, representante de Colombicultores.
Decenas de personas se congregaron en la funeraria al sur de la capital mexicana, para llevar todo tipo de detalles a la conductora que, por más de cinco décadas, dignificó el país en el que nos tocó vivir.
“A mí lo que me arropa en estos días es justamente el cariño de la gente, porque todas las personas que han llegado, todas las personas que me encuentro, me dicen algo muy hermoso de mi mamá’’, expresó Laura Emilia Pacheco, hija de Cristina Pacheco.
Y agregó: “Incluso llegó ayer una persona muy encantadora, con un niñito de siete años que se llamaba José Emilio; le han traído escritos, le traen una flor, le traen un ramo de flores. Ha sido muy conmovedor”.
Así la despedida a Cristina Pacheco, querida y recordada por gente de todas partes. Amigos, familiares, compañeros y muchos, muchos, muchos televidentes.
No fue un adiós, fue un hasta siempre.
Descanse en paz, Cristina Pacheco.