A lo lejos se escuchaba ‘Urge’ del michoacano Martín Urieta. Hacía mucho tiempo que en el barrio no se escuchaba música en vivo y menos de una marimba en el pasillo. Con la pandemia de por medio, que ha atravesado nuestra cotidianidad desde hace 10 meses, la música había faltado. No así para los vecinos del pasillo siguiente, que suelen hacer fiestas masivas, aún con la emergencia sanitaria. La música se escuchaba tan cerca que era inevitable no silbar su repertorio: “Bésame mucho”, “Que llueva café” y alguna cumbia, para alegrar la mañana.
Los que tocan son dos hombres, que a distancia, los delata su entera juventud: ninguno rebasa los veinte años. Cerca de ellos, se encuentra un hombre mayor que recoge el dinero de las personas que salen con su cubrebocas, para darles algunos pesos. También salen a pedir canciones.
Como muchas otras familias dedicadas a la música, los marimberos de “Ases del ritmo” tienen una tradición que data desde los abuelos. Don Mario Morales nació en Tapachula, Chiapas, tierra que se reconoce por el perfeccionamiento de la marimba. Es tal la importancia de este instrumento, que se ha vuelto emblemático en la identidad cultural de aquel estado y del país vecino.
Su historia data desde siglo XVI con la llegada europea y con las personas esclavizadas traídas de África. El término es de origen bantú, según el libro La marimba guatemalteca de Homero Godínez.
Es difícil afirmar que su origen es sólo africano. Existen antecedentes en el continente africano en la construcción de este tipo de instrumentos (tablillas percutidas) cuyo origen se rastrea, a su vez, en Asia. Se ha encontrado que ya existían instrumentos percutidos, entre la población originaria indígena, conocidos como xilófonos. No obstante, con la llegada de la población africana al sur de México y con la colonización europea, más precisamente al oeste del estado, hubo una serie de intercambios culturales.
Es hasta finales del siglo XVII, y en el siglo XVIII, que se construyó el primer instrumento reconocido como marimba o malimba: lo afromestizo había hecho su aparición. Se considera uno de los instrumentos per se de la transculturación, en términos de Fernando Ortiz. El aporte fue tripartito: África aportó el concepto (la agrupación de las tablillas percutidas), Europa aportó con el sistema musical occidental (12 tonalidades) y el aporte indígena mesoamericano fue con los materiales, cuyas maderas le otorgan su sonido particular, tal como afirma Homero Godínez en su libro.
La marimba “moderna”, tal como se conoce ahora, fue creada por el chiapaneco Corazón de Jesús Borras Moreno, en 1892, como afirma Roberto López Moreno en su texto Entre el invento y el origen: Marimba.
“Los Ases del ritmo”
Juan Manuel, de 14 años, comentó a Once Noticias que su abuelo “como ya está grande casi no toca. Tiene 83 años. Andamos con él.” Viven en el Estado de México, en Atizapán de Zaragoza. Don Mario lleva toda su vida tocando, ahora se dedica a ser el representante. Juan empezó hace unos años en la marimba: “empecé a los ocho años y desde entonces toco.” Su tío, José Carlos, de 17 años, tiene recuerdos parecidos: “empezamos desde hace mucho, desde siempre. Mi papá nos enseñó a todos los hermanos.”
Juan y José han desarrollado sus habilidades auditivas con el tiempo –como todo músico que debe volver este oficio, una disciplina–. Para sacar una canción, Juan se tarda dos o tres horas. Si está fácil se tarda una hora. Al respecto comentó a Once Noticias: “primero la escucho y ya después le trato de sacar los tonos. Luego ya me la aprendo de memoria. Practico de 3 a 5 cinco horas, a veces más. Depende de qué tan difícil sean las canciones. La que me costó más trabajo sacar fue la de ‘Mujer prohibida’, porque dura como 8 minutos y lleva puros sostenidos. Está complicada.” José menciona que también estudia durante horas, para sacar una canción, aunque domina más la técnica, por el tiempo que lleva tocando.
Al preguntarle sobre la marimba, comenta que es un instrumento parecido al piano: “nomás que el piano es con los dedos y este es con las baquetas. La marimba es de mi abuelo. La compramos. Cuando necesita servicio la mandamos con un señor en Tlalnepantla.”
Juan estudiaba la secundaria, sin embargo, sus estudios están pausados por la pandemia. Trabaja con su abuelo llevando la marimba a distintos lugares del Estado de México como Tlalnepantla, Los Reyes o El Rosario. La elección de la colonia o municipio depende de Don Mario.
Al preguntarle sobre a qué se quiere dedicar cuando sea mayor de edad, medita y después de un tiempo comenta que seguirá con la música: “Igual seguir en la música. Formar mi propio grupo.” Es probable que siga estudiando “cuando se calme esto de la pandemia.” Su género favorito son las cumbias. Contento menciona a Once Noticias que ya logró sacar ‘Tus jefes no me quieren’, del Grupo Ensamble. La primera canción que sacó fue la de “No me sé rajar”.
Con la emergencia sanitaria uno de los sectores más afectados ha sido la música. Para los músicos de “Ases del ritmo”, ha sido complicado aunque no se han paralizado. No tienen redes sociales y se dedican a tocar en la calle, recorriendo calles y privadas. Juan comenta apenado que “antes tocaban en eventos y ahora tocamos, pero con cubrebocas. Cuando no estaba lo de la pandemia tocábamos en las casas, ahora nos quedamos en los patios. Gracias a Dios tenemos trabajo.”
La marimba ha transgredido latitudes, llegó a salas de concierto y ya es parte de la identidad cultural de Chiapas y Guatemala. En esta ocasión, los marimberos de “Ases del ritmo” llevaron una lista de melodías que hicieron vibrar a la colonia, lo que hizo más llevadera esa mañana de pandemia.