Este 20 de abril se recuerda la muerte de Bram Stoker, escritor irlandés y autor de una de las obras más emblemáticas de la literatura universal: Drácula. El libro, publicado en 1897, va más allá de haber inaugurado la novela gótica a finales del siglo XIX. Incluso el significado de “Drácula” va más allá del conocido “demonio”, figura en la que se le refiere como sinónimo.
La inspiración de Stoker fue Vlad III, uno de los más importantes personajes y héroe de la actual Rumania. Vlad era conocido como Dracul (el Dragón, de draco = dragón en latín) por pertenecer a la Orden del Dragón. Es ése su origen más acertado.
Resulta pertinente recordar Drácula a 124 años de la muerte de su autor por los esquemas temáticos que se rompen durante la obra y que, sin duda, a la fecha representan un tabú o controversia. El libro retoma temas como la liberación de la mujer, en plena época victoriana, y una tentativa naturalización de la eutanasia.
“Es mejor que la señora Harker se mantenga al margen de todo esto. Bastante mal están ya las cosas para nosotros, que somos hombres de mundo y nos hemos visto en numerosos aprietos a lo largo de nuestras vidas; pero no hay sitio para una mujer”. Esta referencia se da cuando el manejo de la crisis que está causando Drácula se encuentra descontrolado. La gente muere, desaparece, amanece desangrada, pero no se sabe por qué. La señora a la que se refieren es Mina Harker, quien siempre había sido parte de la investigación para conocer el origen de ese ser que se aparecía por las noches pero que nadie veía. La normalización de la “delicadeza” y “sensibilidad” extremas de la mujer eran de una lectura natural, de hecho, para muchos contextos en nuestros tiempos. No obstante, Mina siempre estará al tanto, y su figura, como personaje y mujer, se volcó todo el tiempo para el exitoso desenlace de la historia.
Los tintes feministas no sólo se dan a través de diálogos en el que se intenta relegar la función de la mujer y ella se rebela. Las acciones más sencillas dejan ver la rebelión femenina: “tomamos un té excelente en una encantadora y diminuta posada antigua de la Bahía de Robin Hood, con un mirado desde el que se dominan las rocas cubiertas de algas de la costa. Creo que nuestro apetito habría escandalizado a la ‘nueva mujer’”. Aquí, la edición Cátedra de Drácula anota que se hace referencia a las mujeres emancipadas, que animaron a la vida social victoriana a finales del siglo anterior, pues el movimiento feminista de Gran Bretaña no se organizó hasta mediados del siglo XIX. Incluso el voto no se logró hasta 1913 y la igualdad de sufragio hasta 1929.
Drácula se desarrolla en un ambiente de muerte y constantes planos que llevan hacia ella mediante la agonía. Se trata de un camino dramático y lleno de zozobra. La gente está muriendo, pero no se sabe exactamente por qué. Los niños ven a una mujer hermosa, pero los adultos no. El tema de la eutanasia se hace latente todo el tiempo, aunque no se permite. No obstante, en la parte final de la historia se abre el debate: “hija mía, cuente usted con ese amigo, si fuera por su bien, yo mismo asumiría la responsabilidad ante Dios de proporcionarle esa eutanasia, incluso en estos precisos momentos, si esto fuese lo mejor para usted […]. Aquí hay varias personas que gustosamente se interpondrían entre usted y la muerte. Usted no debe morir. No debe morir a manos de nadie; pero menos aún por su propia mano […]. Tiene que esforzarse y procurar vivir, aunque la muerte parezca una bendición inefable”.
Aunque se genera durante el libro la discusión religiosa atravesando una necesaria eutanasia a una mujer, quien simplemente ya no tiene sangre en el cuerpo y cada noche aparece ‘alguien’ a quitársela, el debate se convierte en natural, biológico y hasta humano, llevando a cabo el acto. La misma anotación de edición Cátedra acota que, el movimiento para legalizar la eutanasia comenzó en Inglaterra en 1935, aunque el proyecto fracasó en 1936 y 1950.
Con una enganchadora estructura de diario, alternada entre los diferentes personajes, Drácula se vuelve una lectura obligada, sí para los amantes de la literatura gótica, pero también bien para aquellos que piensan que temas como la lucha feminista y de la eutanasia son una rebelión moderna. Abraham, mejor conocido como Bram Stoker, nació el 8 de noviembre de 1847 y murió el 20 de abril de 1912. Su mayor obra ha sido Drácula, convirtiendo a su protagonista en el vampiro más famoso hasta nuestros tiempos.
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