Chèche Lavi: buscando una vida (2019) es una producción colaborativa entre Estados Unidos, México y Haití, dirigido por Sam Ellison y en producción con Abraham Ávila, Rachel Catave y Nora Mendis.
El terremoto del 2010 en Haití detonó el éxodo de la población haitiana que emprendió un tránsito hacia otros países de América Latina y Estados Unidos. Este último habilitó algunos programas humanitarios que funcionaron hasta el 2016, cuando se cancelaron con la llegada de Donald Trump. La población haitiana, que emprendió un largo trayecto por el continente, se vio obligada a quedar varada en Tijuana.
Sam Ellison en compañía de un equipo multidisciplinario emprendieron el proyecto de un documental, para dar rostro a este fenómeno. La historia destaca la amistad entre Sam y Rubens, dos jóvenes haitianos varados en Tijuana, como un lazo que hace frente a la adversidad y hostilidad de un trayecto migratorio incierto.
Once Noticias conversó con Abraham Ávila, uno de los productores del filme, para conocer la experiencia fílmica y los desafíos de trabajar un fenómeno reciente que atravesó a la ciudad.
Sobre la representación
Abraham Ávila compartió con Once Noticias que el documental nació del interés de trabajar un fenómeno que estaba atravesando a la ciudad ya que era, hasta entonces, poco conocido: la llegada masiva de la población haitiana. Al respecto comenta:
No sabíamos nada y teníamos qué ver cómo íbamos a trabajar con la ciudad y con el conflicto de la migración haitiana. Queríamos que fuera un proyecto creativo enfocado a la forma de la representación: no queríamos que fuera una representación muy conocida de la ciudad. Es una ciudad compleja.”
El productor comenta que ellos querían que la ciudad y la migración haitiana no se viera y no se representara de la misma forma como suele representarse en los imaginarios. Señala que forjaron un equipo creativo en el que compartieron ideas y reflexiones, que les ayudó a amagar el proyecto.
Retos y desafíos del proceso fílmico
Abraham, en entrevista telefónica con Once Noticias, comenta que hubieron tres desafíos principales; el primero fue armar un documental desde afuera:
a veces es difícil trabajar con alguien que no conoce la ciudad y que tiene una posición privilegiada en su condición migrante, sin embargo, en este caso Sam siempre fue muy, muy abierto a todas las posibilidades y a todo lo que iba a suceder. Cuando armas un documental armas una hipótesis, pero nosotros no íbamos por una verdad o a refutar cosas.”
Otros de los retos para el equipo fue la espera:
Éramos cuatro personas en campo y siempre estábamos platicando sobre la forma de la representación. Teníamos muchos períodos de espera, por lo que acudimos a la observación. Este fue el eje narrativo. La película es sobre la espera. Cuando filmas quieres que ocurra todo rápido, pero en este caso fue la espera.
El productor afirma que el tercer reto más grande fue el lenguaje:
Todos hablamos distintos idiomas: español, inglés, francés y había que entender el créole, con Sam y Rubens. Rachel (antropóloga) fue muy importante porque habla criollo, pero es un criollo distinto, ya que ella pertenece a una generación haitiana de Estados Unidos. Fue como una Torre de Babel que generó confusiones. No obstante, decidimos apelar a las emociones.
Y en esto último fue de gran importancia para el filme, ya que detonó uno de los ejes centrales: “este es un filme sobre la amistad.”
El productor afirma que ellos querían ver a la migración desde otra óptica: “es inevitable no tocar la condición migrante de los personajes, pero queríamos evitar que todo se centrara ahí. Queríamos ver otras cosas como su visión del mundo.”
Con respecto a la ciudad, comenta que ellos no querían sobreestetizarla, por lo que intentaron acercarse a la ciudad desde los personajes:
Los imaginarios de la ciudad siempre son los de Tijuana de noche o con el muro. Nosotros queríamos hablar más bien una ciudad migrante, por lo que era importante representar las relaciones migrantes que hay en ella. Por ejemplo, uno de los muchachos entró a trabajar en un restaurante Turco o hay una reunión de la típica carnita asada, en Tijuana, entre personas de Sinaloa”.
El productor finaliza compartiendo que a pesar de que Sam ya no está en Tijuana, mantienen contacto. Con respecto a Rubens, afirma que ellos han seguido de cerca su proceso migratorio y mantienen una cercana amistad.
Chéche Lavi es un filme de gran aporte etno-documental, porque recupera la experiencia íntima y las voces de dos jóvenes atravesados por la incertidumbre. El documental se ha estrenado en festivales de cine en Rotterdarm, España, Serbia, en el Festival de Cine de Guadalajara, Tijuana, en los circuitos de “Black Cinema” y en la gira de Ambulante. Debido a la emergencia sanitaria por Covid-19 no se ha podido presentar en otros festivales. Actualmente la película no se encuentra abierta, sin embargo, la producción pone a disposición las redes y el correo, para que el público solicite su acceso.
Redes
https://www.facebook.com/ChecheLaviFilm