La Independencia de México no se habría consumado sin la participación activa de las mujeres.
Prisca Martina, Altagracia Mercado, Josefa Martínez o Manuela Molina pisaron el campo de batalla, así como otras insurgentes que enfriaron cañones, consiguieron pertrechos o acarrearon pólvora, pero también empuñaron las armas sin importar las consecuencias.
Al ser detenidas, las mujeres eran castigadas doblemente por la justicia y la moral.
Va a tener una doble condena: primero es un juicio político porque pues era una mujer que estaba comandando o liderando una gavilla de insurgentes. Al parecer, su tropa era de doce varones. Entonces primero este juicio político, por ser insurgente, pero también un juicio social, porque andaba vestida de hombre. Entonces en su expediente dice que desempeñaba actividades muy varoniles”, Angélica Noemí Juárez Pérez, investigadora del INEHRM.
“Adicta a la insurgencia” decía el acta que sentenciaba a Carmen Camacho, quien formó parte del movimiento de Miguel Hidalgo. El delito que más se adjudicó a las mujeres durante el levantamiento insurgente, se denominaba “seducción de tropa”, y bajo ese título se nutría el cuerpo de los bandos.
Era un ejercicio de convencimiento. Es decir, de ganar adeptos para la causa, ya sea que convencieras a tus propios familiares, a gente de tu comunidad, tratar de que se cambiaran de bando”, Angélica Noemí Juárez Pérez, investigadora del INEHRM.
El rol de las independentistas para maquinar la liberación fue decisivo para que naciera el México independiente. Así que hoy demos el grito también por ellas, las mujeres que nos dieron patria.