Cultura

Lugares en CDMX que poco a poco abrieron sus puertas a la comunidad LGBTI+

El número 4 de la calle de La Paz, en la Ciudad de México, hoy conocida como Ezequiel Montes, podría considerarse como el primer espacio propio de los homosexuales que se conoció, era el punto de reunión de “Los 41” a principios del Siglo XX.   Dada la poca aceptación social y riesgo hacia integrantes de la comunidad lésbico-gay, sus espacios de reunión se mantuvieron en absoluto secreto, personajes como la icónica Terry Holiday cuenta que, si la policía detectaba algún atisbo amanerado, era el pretexto para llevarte a la cárcel, torturarte. a mediados de la década de los 50 en la calle de Madrid 13 abrió el teatro bar “el vicio”, lugar de Salvador Novo dispuesto para la expresión artística de hombres, mujeres y homosexuales.   La liberación curiosamente comenzó en 1968, después de la matanza de estudiantes y fue con los Juegos Olímpicos, donde muchos de los edecanes eran homosexuales que aprovecharon el aire cosmopolita de ese momento para mostrarse, época de liberación que abrió una puerta que ya no pudieron cerrar.   En ese tiempo las calles de la colonia Juárez entre Reforma e Insurgentes retomaron con más fuerza el nombre de Zona Rosa, poco a poco ese corredor de galerías, librerías, cafés y bares se tornaron en lugares de encuentro para la comunidad homosexual. justo en la esquina de Havre y Hamburgo se encontraba “El safari”, lugar de Fernando Romero que tuvo una fugaz e intensa vida, ahí llegó Chavela Vargas y dio varios conciertos, lo que atrajo la intelectualidad mexicana comenzó a ocupar sus salas cubiertas de pieles de tigre. dado que el termino gay, lesbiana, travesti o vestida ya empezaba ser parte del vocabulario, surgieron otros “lugares de ambiente”, término con el que se conocía a esos espacios multidisciplinarios en los que había fiesta, pero también una pujanza cultural como pocas, eran esos lugares en los que se aprendía a ser libres.   Previo al 9, en Hamburgo 41 estaba “El famoso 41” casona de varios cuartos que en el sótano tenía un cuartito oscuro, en Abraham González esquina con Morelos y Plaza Giordano Bruno, se encontraba el “Mío mondo”, lugar en el que se presentó Terry Holiday. Ahora sí, hablemos del bar 9, ese barecito modosito y pacato como lo describía el escritor José Joaquín Blanco de Henri Donnadieu que abrió en los 70, espacio que permitió salir del clóset con elegancia a muchos, que tuvo que sobrellevar la corrupción policiaca de López Portillo, algo que reclamaban  los integrantes del frente homosexual de acción revolucionaria, pero también fue escenario de performance, conciertos, ente otros actos artísticos que se salían de los cánones.   Es importante señalar que gran parte de estos sitios eran de y para la comunidad gay, poco lugar había para las lesbianas y mucho menos para las vestidas, hasta los últimos años del Siglo XX, cuando otro tipo de espacios surgieron como “El Cabaretito” de tito Vasconcelos, se encontraba en el primer piso de un edificio en la calle de Londres, abría a las 4 de la tarde y no cobraba cover, luego se mudaron y ya con un espacio más amplio habilitaron un foro teatral, ahí tenían cabida todas.   También estaba el Caipaj, Centro de Atención Integral para Adolescentes y Jóvenes LGBT de la Ciudad de México, contaba con apoyo psicológico, prepa abierta, talleres de teatro, sexualidad y prevención de ITS. “El taller” fundado por Luis González de Alba en la calle de Florencia 37.   En los últimos años encontramos “Sax” en la colonia Roma, “Somos voces”, los de la calle de República de Cuba como “El Oasis”, “El Marrakesh”, “42”, “La Puri”, “Rico”, “El Enigma” y tantos otros que han sido plaza de exploración personal y creativa de miles de integrantes de la comunidad LGBTIIIIQ+.  

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