Reza el dicho que “infancia es destino” y en el caso de Héctor García mucho hubo de cierto, ya que entre ser llamado “pata de perro” por su madre y ser castigado a oscuras en su cuarto, en el barrio de la candelaria de los patos, lo prepararon para su oficio de más de seis décadas.
“Su mamá tenía que salir a trabajar muy de madrugada y dejaba a Héctor amarrado a la cama para que no saliera, era muy niño y entonces él se quedaba gritando y llorando en ese cuarto de vecindad, pero él dice que los reflejos de la pared de las sombras que se metían por la puerta y proyectaba la sombra de sus vecinos y de niño eso le calmaba el llanto”, dijo Alejandro Brito, director del Museo del Estanquillo.
Amiguero y andariego, Héctor García, vivía entre eventos sociales e históricos como el sismo del DF en 1957, los Juegos Olímpicos del 68, viajar a Londres, a Cuba, donde por cierto tomó la famosa fotografía de Tin Tan en la ducha, o bien captar a Andy Warhol en el aeropuerto con su peculiar bolso.
A propósito del centenario del Pata de Perro, el Museo del Estanquillo exhibe “¿qué me ves? Héctor García, cronista de la lente”, selección de imágenes del archivo de Carlos Monsiváis y de María García, la compañera de vida de don Héctor.