Cultura

Personalidades dan testimonio sobre el gran pintor Vicente Rojo

Luego del golpe que significó la muerte de Vicente Rojo para la comunidad cultural, su eco se extendió a las primeras planas de los diarios de circulación nacional este jueves, entre ellos La Jornada, diario al que Vicente Rojo dotó con sus lápices del color de su propio sol.

 

Artista de muchas épocas, echo raíz cuando apenas tocó suelo mexicano y como él mismo dijo, volvió a nacer y pudo dedicarse a eso que anheló desde niño.

 

En una entrevista que me dio hace muchos años, quizá en 1981, 1982, él me comentaba que antes de aprender a leer, lo primero que tuvo que hacer, lo primero que le intereso fueron los colores, el papel, pegamento y tijeras”, señaló Cristina Pacheco, programa: Inventario de José Emilio Pacheco.

 

Dada su timidez, figuraba poco como protagonista, pero siempre fue bastión de momentos fundamentales en la historia moderna de nuestro país.

 

La timidez que era muy auténtica en Vicente Rojo como persona, pero también tenía este sentimiento de travesura, el enorme placer que él tenía en los efectos de lo que hacía y el evitar el cliché del creador”, dijo Cuauhtémoc Medina, curador.

 

Hace unos años, El Colegio Nacional reeditó el libro “Jardín de niños” que Vicente Rojo realizó 40 años atrás con José Emilio Pacheco, momento que regresó al octogenario rojo a esos años de infancia.

 

Estaba confluyendo en la materialización de una obra, la obra de Vicente en todos los sentidos: la plástica, gráfica y las palabras de José Emilio Pacheco. Al final se lo lleve a casa, fue un momento muy sorprendente y que guardaré toda la vida porque fue en el momento en el que se conmueve, lloró al tenerlo en sus manos y me decía: Que bonito y que importante que este libro tenga vida en las librerías ahora”,  puntualizó Alejandro Cruz Atienza, editor.

 

Artista incansable, Vicente Rojo pintaba varios cuadros a la vez y los volvía a pintar en un ejercicio de libertad creativa, pero también disfrutaba trabajar en proyectos con los suyos, esa pandilla que encontró en su vida mexicana y uno de esos grandes amigos fue Octavio Paz, a quién dedico una de sus últimas obras en El Colegio de San Ildefonso.

 

Esta fuente fue pensada por Vicente Rojo para hacerle un homenaje a su gran amigo y colaborador, porque el diálogo entre ello, entre poesía y diseño es parte de la historia literaria y de artes visuales de México, estará en este último diálogo y tendrá lugar en San Ildefonso”, sostuvo Eduardo Vázquez, coordinador ejecutivo, Colegio San Ildefonso.

 

Vicente Rojo tuvo dos vidas, la de blanco y negro en España y a colores en México, que hoy se cubrió de lluvia, como un guiño a aquella serie que Vicente pintó en la década de los 80. Así, con un aguacero en el alma despedimos a Vicente Rojo.

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