Cultura

¿Por qué leer a ‘Frankenstein’ te ayudará a entender al ser humano?

Poner en nuestra mente la palabra Frankenstein representa para muchos la imagen de un ser monstruoso que nos hacen dibujar lo feo, terrible y espantoso que podrían ser muchas personas o seres no humanos. Si eso es lo que viene a la cabeza, la respuesta es rotundamente incorrecta.

Este 1 de febrero recordamos la muerte, en 1851, de Mary Shelley, la creadora de Frankenstein o el moderno Prometeo. La historia que nos cuenta la autora británica es un relato gótico, nacido en 1818, que en primera instancia nos obliga a aclarar que Frankenstein es un estudiante de medicina que, muy al estilo del siglo XVII, busca respuestas en todo lo habido y por haber. De esta manera, incursiona en la construcción de un “ser” a partir de cadáveres.

Aquel experimento da como resultado es esa bestia para unos, ser obstinado e inocente para otros, que empieza a poner en un conflicto ético y moral, a quien termina de leer toda la historia.

La creación del doctor Frankenstein empieza a tornarse complicada con el viaje que emprende su obra viviente de Reino Unido a los bosques suizos y bávaros (en Alemania), entre los que va dejando víctimas que advierten, en un primer momento, como autores criminales a familiares, amigos y parientes del mismo Frankenstein.

Llegar al final del Moderno Prometeo resultará una experiencia llena de matices psicológicos y hasta existencialistas por parte del mismo lector. El dilema entre libertad, ser humano y no serlo; alma, espíritu, sentimientos; así como sus límites, serán página a página de cada uno de los sucesos narrados.

Con escenificaciones como: “admiraba las perfectas proporciones de mis vecinos, su gracia, hermosura y delicada tez, me aterrorizaba al reflejarme en el estanque”, traerá a la imagen de todos lo que se nos ha dibujado como el típico Frankenstein, pero a su vez, un reflejo de nosotros mismos y de la manera en la que concebimos nuestra propia autoestima, por ejemplo.

Indudablemente, Frankenstein o el moderno Prometeo es el claro espejo de una realidad que vivimos, o vemos pasar, y de la que a veces somos indiferentes, pero que jamás podremos escapar. La misma autora lo deja apostillado: “cuando la mentira se parece tanto a la verdad, ¿quién puede creer en la felicidad?”.

Mary Shelley tenía 18 años cuando escribió Frankenstein o el moderno Prometeo. En el momento en el que apareció el libro, se le clasificó como anónimo. Después se le atribuyó a Percy B. Shelley, quien tiempo después sería el esposo de la autora. Para el momento del reconocimiento, la obra de Mary ya estaba concebida como una novela de terror que marcó un hito dentro de la literatura gótica, inaugurando dicho género y convirtiéndola en referencia mundial que después se llevó al teatro y finalmente al cine en diferentes versiones. A más de 200 años de haber visto la luz, leer al eterno Prometeo, sólo nos deja la reflexión que bien relata en algún momento: “los accidentes de la vida no son tan cambiantes como los sentimientos de la naturaleza humana”.

Lee el libro desde aquí.

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