Cultura

¿Qué significa el “Dios ha muerto” de Nietzsche?

¿No han oído de aquel hombre loco que una luminosa mañana encendió un farol, corrió al mercado y se puso a gritar incesantemente: ‘¡Estoy buscando a Dios!, ¡estoy buscando a Dios!?’. Justo allí se habían juntado muchos de los que no creían en Dios, por lo que levantó grandes carcajadas. ‘¿A caso se te ha extraviado?’, dijo uno. ‘¿Se ha perdido como un niño?’, dijo otro. ‘¿O es que se ha escondido? ¿Tiene miedo de nosotros? ¿Se ha embarcado?, ¿habrá emigrado?’, así gritaban y se reían todos a la vez. El hombre loco se puso de un salto en medio de ellos y los taladró con sus miradas: ‘¿A dónde se ha marchado Dios?’, exclamó, ‘¡se los voy a decir!: Lo hemos matado, ¡ustedes y yo. ¡Todos nosotros somos sus asesinos!”.

Así lo deja claro el filósofo alemán Friedrich Nietzsche en su aforismo 125 de La gaya ciencia, en el cual nos aclara que, a diferencia de interpretaciones ateas, el pensador, uno de los más importantes del siglo XIX, que para él Dios no es el ser que ha nos ha abandonado o se ha ido por ser inexistente. Más bien se refiere a la dolencia moral por la que aquel Supremo ha sido matado por los comportamientos y acciones de quienes lo invocan y le reverencian cuando necesitan de él.

Y sin llegar a conceptualizaciones ambiguas de determinar lo que es moral o no, Nietzsche hace más sencilla la comprensión del asesinato que se ha hecho de Dios en su aforismo 128: “las condiciones de Dios. ‘Dios mismo no puede subsistir sin hombres sabios’, dijo Lutero, y con mucha razón; pero ‘todavía menos puede subsistir Dios sin hombres poco sabios’: ¡eso no lo dijo el buen Lutero!”.

Nietzsche desata otro cabo cuando empieza a dejar claro, a través de sus letras, que el Dios al que se refiere, no es al de la concepción cristiana. Incluso para él: “es la mayor calamidad para la humanidad”, expresa en El Anticristo: “¿Hay algo más perjudicial que cualquier vicio? La compasión que siente el hombre hacia los débiles y los fracasados: el cristianismo. Incluso esclarece que el cristianismo le ha declarado la guerra al “súperhombre”, el famosos Übermensch; esa persona libre que es capaz de alcanzar, por sí solo, madurez espiritual y una moral que va más allá de la establecida por el “enemigo”; que jamás es Dios.

Tratar de entender a Friedrich Nietzsche es una tarea casi de supervivencia. Comprenderlo es imposible, pero entrar un poco en su mundo es convertirse un poco en un Zaratustra que hará caso de lo que el mismo alemán señaló algún día en El Anticristo: “tengo letras que hacen videntes hasta a los ciegos” y después en Ecce Homo: “Mi filosofía triunfará un día bajo el lema: ‘Nos arrojamos en brazos de lo prohibido’”. Cuando esto sea entendible a la razón, bien podrá establecerse: „Gott ist tot!”, ¡Dios ha muerto!.

Friedrich Nietzsche nació el 15 de octubre de 1844 en Prusia y murió el 25 de agosto de 1900 en Weimer, Alemania, ya bajo la nacionalidad germana. Uno de sus legados filosóficos más grandes es la crítica hacia el cristianismo y lo que estaba provocando en el mundo, como lo deja notar en el aforismo 130 de La gaya ciencia: “la decisión cristiana de encontrar el mundo feo y malo ha hecho el mundo feo y malo”.

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