Se llevó a cabo la recuperación de la mayor muestra osteológica (rama de la morfología que estudia la forma y estructura de los huesos) de antiguos pobladores del sureste de Cima de San José, Puebla, por lo que se recuperaron los restos de 48 enterramientos individuales y múltiples, asociados a la presencia de numerosos fogones.
La exploración de una sección de lo que fue ese asentamiento prehispánico es resultado de la supervisión que la Secretaría de Cultura federal realiza a la construcción de la carretera que conectará a los municipios de Mante, Ocampo y Tula.
El coordinador del proyecto, Esteban Ávalos Beltrán, informó que los entierros de Cima de San José han superado en cifra a los anteriores, pero es posible que se correspondan en temporalidad.
Gracias al registro de 18 fogones en las áreas de enterramiento, se cuenta con materiales para el fechamiento absoluto mediante diversas técnicas.
Cima de San José debe su nombre a una loma que fue nivelada para su ocupación, a 80 metros de altura del pie de monte. Al ubicarse en la franja de transición entre el bosque de la Sierra Madre Oriental y el semidesierto chihuahuense, se observa la convivencia de pinos y encinos con agaves y cactus.
El lugar tuvo una función importante relacionada con las creencias y la organización sociopolítica de los antiguos habitantes del área.
De acuerdo con Esteban Ávalos, lo llamativo es la cantidad de ofrendas con las que fueron depositados, entre las que destacan: vasijas de tipo Zaquil Negro y Rojo, pipas de cerámica, pendientes de conchas marinas, huesos de ave, punzones de hueso de venado, lascas de pedernal blanco, navajas de obsidiana gris y pendientes de piedra verde.