
El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) continúa con las labores de conservación de una colosal cabeza de serpiente labrada en piedra, esta talla de más de 500 años de antigüedad,.
La escultura de cabeza de serpiente mexicana con mayores vestigios de color, entre las localizadas hasta la fecha, a través de la aplicación de policromía en 80% de su superficie aproximadamente.
La policromía es el arte de pintar o decorar con varios colores tanto las obras bidimensionales como ciertas partes de obras tridimensionales (escultóricas o arquitectónicas).
Para la atención de la escultura, detalló el INAH, se integró un equipo formado por tres expertos en conservación del Museo del Templo Mayor (MTM), una restauradora independiente y coordinado por la restauradora María Barajas Rocha, adscrita a dicho recinto museístico.
#Entérate | Expertos del INAH recuperan la policromía de una monumental cabeza de serpiente mexica
— INAH (@INAHmx) October 11, 2023
• Mediante una cámara de humedad se estabilizan los tonos ocre, azul, rojo, negro y blanco con los que fue pintada en la época prehispánica
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Barajas Rocha explicó que el proceso de atención es crucial para la preservación de la policromía, toda vez que “estos pigmentos, que representan un ejemplo notorio de la paleta de color que los mexicas usaban para decorar sus imágenes de culto y sus templos, son sumamente frágiles por los materiales minerales y vegetales de los que eran obtenidos”.
Lo anterior, dijo, se realiza en una cámara de humedad en la que se llevan a cabo los trabajos de conservación del color. Este artefacto, agregó, existe gracias al apoyo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
“Se trata de un espacio sellado, forrado con películas plásticas y equipado con humidificadores y dataloggers (registradores de datos) para leer y controlar, en todo momento, la humedad relativa de esta representación ancestral del ofidio”, describió Barajas.
El objetivo de esta labor, subrayó la especialista, es que la cabeza de la piedra pierda la humedad que acumuló durante siglos de manera lenta y cuidadosa, para que esta salga desde los poros internos de la roca hasta su superficie, ya que si el proceso se acelera pueden generarse pérdidas de color e, incluso, grietas o cristalizaciones de sales en la piedra.
