Presentes en todos los aspectos de la vida cotidiana, desde lo familiar hasta lo industrial, clínico y científico, ayudándonos en cuestiones tan básicas pero cruciales como el registro del paso del tiempo, y con ello del pasado, del presente y del futuro, los aparatos mecánicos no han sido ampliamente reconocidos como elementos patrimoniales, a pesar de su diversidad y relevancia.
Con este interés, se desarrolló la investigación Conservación de patrimonio mecánico: artefactos que usan el tiempo, el cual obtuvo una mención honorífica en los Premios INAH, en la categoría de Mejor Trabajo de Investigación, relacionado con la conservación de bienes muebles.
El galardón fue entregado por el carácter pionero del proyecto, desarrollado por los restauradores Laura Olivia Ibarra Carmona, Mauricio Benjamín Jiménez Ramírez e Isabel Medina-González.
Los investigadores, egresados de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía, Manuel del Castillo Negrete, explicaron que el objetivo central de la investigación fue examinar diversos artefactos mecánicos, fechados entre los siglos XIX y XX, para reconocer su carácter patrimonial y analizar sus singularidades de función, uso y desempeño.
Lo interesante de este trabajo es que pone en relieve la categoría de ‘artefacto mecánico’, cuestionándola y planteando cuáles son los valores que podrían ubicarla dentro de un discurso patrimonial, es decir, cuestiona la razón de este patrimonio, para quién y por qué debe conservarse”, afirma Isabel Medina
Para lograr lo anterior, eligieron cinco colecciones de aparatos mecánicos que cumplieron funciones específicas o que las continúan desarrollando. Es el caso de un anemógrafo –instrumento para medir la velocidad del viento y elaborar predicciones atmosféricas–, el cual tiene 125 años de antigüedad y sigue funcionando.
Dichos acervos, explicó Mauricio Jiménez, resguardan gran diversidad de artefactos, desde aquellos que han perdido su uso como los quimógrafos, los cuales se usaban en los hospitales para generar un registro gráfico de los movimientos musculares, hasta los hidrógrafos y otros instrumentos de medición que continúan vigentes, pese a que ya existen aparatos digitales que replican sus funciones.
“Cada uno de estos objetos es relevante no solo por lo que fue en el pasado, sino por lo que significan ahora”, detalló el restaurador al referir que en el Museo-Observatorio Meteorológico de la UAEM se exponen instrumentos mecánicos que, aunque pueden ya haber sido sustituidos en lo digital, adquieren nuevas funciones como crear consciencia en los visitantes acerca del cambio climático.
De acuerdo con Olivia Ibarra, se trató de una primera aproximación, desde el punto de vista del restaurador, a fin de proponer bases para la identificación, registro y diagnóstico de estos bienes, considerando que sus sistemas mecánicos plantean desafíos específicos para su conservación y uso.
Plantear la categoría de patrimonio mecánico, concluyeron, es reconocer a una amplia variedad de objetos que son producto del avance industrial, tecnológico y científico de la humanidad y que, a la vez, son testigos de eventos históricos o dan cuenta de momentos significativos en la vida cotidiana. Este es el caso de los relojes que detuvieron sus mecanismos a la hora exacta en que inició el sismo del 19 de septiembre de 2017, quedando así como evidencia de este suceso.
La expectativa de los autores es contribuir a visibilizar el patrimonio mecánico en las instancias académicas, normativas y de investigación de la conservación-restauración en México, así como entre los especialistas relacionados con el resguardo y divulgación de las colecciones de artefactos científicos, tecnológicos e industriales.