
Este domingo en la Sala Manuel M. Ponce se llevó a cabo el conversatorio “Rosario Castellanos: mujer de palabras y miradas”, para conmemorar los 100 años de su nacimiento.
En este evento se resaltó a la prolífica escritora.
“Rosario es el ejemplo más sólido de lo que es tener pasión literaria, el valor de su obra está en ella misma, los premios, los reconocimientos y homenajes que recibió y sigue recibiendo, no reflejan la calidad de sus aportes”, sentenció la secretaria de Cultura, Claudia Curiel.
También se recordaron algunas anécdotas, como la que compartió la escritora Elena Poniatowska.
“Me acuerdo cuando la nombraron embajadora en Israel, la quisieron muchísimo Luis Echeverría y su esposa María Esther, entonces me empezó a decir “qué le regalo, qué le regalo”, y yo le dije “no les regales nada, tienen todo, no necesitas regalarles absolutamente nada”, en ese sentido, Rosario era un ser humano que daba, que supo dar, que dio con su poesía, una poesía muy conmovedora”, señaló Poniatowska.
También se recordaron anécdotas de Rosario y su hermano Mario cuando jugaban en el rancho, ubicado en Comitán, Chiapas, y la experiencia que era viajar por 5 días para llegar a ese lugar.
Incluso, de cómo es que empieza a notar el machismo, la discriminación y la diferencia de clases sociales.
“Hay una de las columnas, recopiladas por Andrea Reyes en “Mujer de palabras”, donde Rosario Castellanos se pregunta ¿qué fue ese hecho que le cambió absolutamente la vida?, si pudiera identificar algún hecho que le cambió la vida, y lo identifica como la Reforma agraria, lo que dice es que, si la Reforma agraria no hubiera ocurrido, se veía así misma como una matrona en una hamaca, meciéndose, controlando la vida de sus hijos, de sus nietos”, detalló la poeta Sara Uribe.
También se añadió que con los cambios que han experimentado los derechos de las mujeres, la poeta y diplomática sería muy feliz.
“Yo pensaría que hoy Rosario sería muy feliz con los avances que hemos tenido las mujeres, muy feliz de que sí logramos ser ese ser humano libre del que ella hablaba”, así lo dijo Leticia Bonifáz, jurista y narradora.