La Huasteca llegó a Los Pinos con toda la riqueza de sus colores, sabores y tradiciones. Los pueblos se apoderaron de un espacio, que por años les fue negado.
Los espacios de poder hay que desacralizarlos, hay que profanarlos, y qué bueno que se profanen los espacios a través de la percusión del zapateado de las distintas danzas que pueblan nuestro país”, comentó Mardonio Carballo, director general de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas.La feria sirvió de escaparate para relucir las manifestaciones populares, mientras la danza de los tocotines retumbaba sobre las tablas. En accesorios de chaquira, Marisela Lechuga vende lo que sus ojos atesoran de San Pablito, Puebla.
Si hablamos de una pulsera que viene con algunas figuritas de animalitos pues es especie de fauna que se da en mi localidad, entonces me voy inspirando a lo que voy percibiendo”, expresó la artesana Marisela Lechuga.Desde Ocampo, Tamaulipas, Leticia Esquivel carga sus cazuelas con comida típica, como el asado de bodas y el zacahuil, un tamal que se prepara desde la época prehispánica.
Se hace de maíz martajado, enchilado, con sus carnes. Ya una vez envuelto y metido al horno, los juguitos de la carne van bañando el maicito, el chilito, todo esto, de tal manera que es un sabor muy agradable y muy rico”, dijo la cocinera tradicional, Leticia Esquivel.La segunda edición de la Huasteca en Los Pinos, tuvo lugar este fin de semana.