Los ocho estadios de Qatar están en su capital, Doha, o cerca de ella, por lo que los fanáticos “no tienen que ir demasiado lejos para llegar a los partidos”. En su momento, este país anunció su justa deportiva de fútbol como ambientalmente sostenible, en parte debido a lo compacta que es, pero la realidad resultó otra cosa.
Decenas de miles de fanáticos extranjeros están recurriendo a los vuelos de enlace entre Doha y la vecina Dubái por varias razones:
- Altos precios de los hoteles.
- Escasez de alojamiento.
- Límites de alcohol.
Puede sonar extremo, costoso y ambientalmente cuestionable, pero los vuelos diarios se han convertido en una opción popular, ya que los fanáticos optan por dormir en otro lugar que no sea Qatar.
Dubái, la capital comercial de los Emiratos Árabes Unidos, es el principal destino de la región fuera de Doha. Las aerolíneas estatales como FlyDubai, la aerolínea económica del emirato, están reuniendo recursos, operando 10 veces la cantidad de vuelos habituales a Doha.
Los vecinos Abu Dhabi y Arabia Saudita también han organizado transporte aéreo para sacar provecho del auge del turismo de la Justa Mudialista. Cada pocos minutos, un Boeing o un Airbus retumban sobre el antiguo aeropuerto de Doha.
A diferencia de los aficionados que tuvieron que tomar vuelos de larga distancia en los Mundiales de Sudáfrica (2010), Brasil (2014) y Rusia (2018), la ruta Dubái-Doha es más corta en la mayoría de los casos.
Pero los vuelos cortos, a menudo definidos como viajes de menos de 500 kilómetros, son más contaminantes que los largos por persona por cada kilómetro recorrido debido a la cantidad de combustible que se usa para despegar y aterrizar.
Más de una docena de fanáticos de la fiesta del fútbol entrevistados dijeron que optaron por quedarse en los países vecinos dijeron que se redujo al costo. Muchos no pudieron encontrar un lugar asequible para dormir en Doha, o en cualquier otro lugar.
A medida que los precios de los hoteles se dispararon en los meses previos al torneo, las y los fanáticos frugales se apresuraron a buscar lugares en las aldeas de fanáticos remotas de Qatar llenas de tiendas de campaña de lona o contenedores de envío.
Muchos aficionados y aficionadas describieron los transbordadores como un proceso bastante sencillo: llegar al aeropuerto de Dubái menos de una hora antes del despegue, pasar por las filas sin equipaje y volar durante unos 50 minutos antes de aterrizar en Doha justo a tiempo para el partido.
La perspectiva de vuelos de enlace desde los Emiratos Árabes Unidos o Arabia Saudita habría sido impensable hace apenas unos años. En 2017, los dos estados árabes del Golfo, junto con Bahrein y Egipto, impusieron un boicot a Qatar, rico en energía, cortando los vínculos comerciales y de viaje por el apoyo del emirato al Islam político y los lazos con Irán.
Qatar se negó a dar marcha atrás y el embargo terminó el año pasado. Aun así, las tensiones persisten. Baréin, a solo 45 minutos de vuelo desde Doha, continúa discutiendo sobre la política y las fronteras marítimas con Qatar.