Lejos de marcarlo como prioritario, la FIFA suspendido su proyecto de Mundial bienal y no figura en el menú del Congreso del organismo rector del fútbol, en Doha, sembrando la duda sobre el futuro de esta reforma, que ha encontrado frente a sí mucha hostilidad, sobre todo entre las estrellas del balón y las federaciones de Europa y de Sudamérica.
¿Un proyecto guardado en el cajón o definitivamente abandonado? Imposible conocer la intención de la FIFA en este momento sobre si duplicar la frecuencia de su competición reina a partir de 2026, mientras que se disputa cada cuatro años desde 1930 en categoría masculina y 1991 en las mujeres.
No hay una sola mención a ese polémico asunto en el orden del día del Congreso, que reunirá a las 211 federaciones miembro de la FIFA en el centro de exposiciones de Doha.
“Para todos los actores del fútbol, un Mundial bienal está fuera de cuestión. Estoy feliz de que la FIFA lo haya comprendido también”, aseguraba a comienzos de marzo Aleksander Ceferin, presidente de la UEFA.
La FIFA renunció el pasado mes de diciembre a programar una votación en su Congreso anual en Doha y ni siquiera tiene previsto incluir en el orden del día el debate sobre la reforma del calendario internacional con sus 211 federaciones miembro.
La actual temporización -o el discreto abandono definitivo del proyecto- contrasta con el lanzamiento a mediados del pasado año de un “estudio de viabilidad” de un Mundial cada dos años, presentado en su momento como un proyecto más entre otros, pero que encontró desde el principio una férrea y nutrida oposición.
La FIFA asegura; sin embargo, que organizar una fase final de gran torneo cada verano alternando Mundial con competiciones continentales como la Eurocopa o la Copa América, beneficiaría “a todos”.
En diciembre, la instancia mundial prometía así 19 millones de dólares (16.8 millones de euros) extra por ciclo de cuatro años a cada una de sus federaciones, cuadruplicando así su financiación de solidaridad de 6 a 25 millones de dólares en ese periodo en caso de la reforma fuese aprobada.
Defendiéndose de querer únicamente aumentar sus ingresos, la FIFA insistía además en las mayores opciones de “brillar” que desea ofrecer a los futbolistas y en la reducción del número de parones internacionales que deben sufrir los clubes cada años.
Además, se reivindica como el freno a las crecientes desigualdades deportivas y económicas en el planeta fútbol, asegurando el apoyo a las federaciones africanas y asiáticas ante el rico fútbol europeo.
Pero la UEFA se puso de inmediato en primera línea del frente opositor al proyecto, rápidamente unida por su homóloga sudamericana (la Conmebol) y por el Foro de las ligas mundiales, que reagrupa a una cuarentena de campeonatos profesionales, y por numerosas organizaciones.
“Para nosotros no es una idea, así que es inútil discutir sobre ello, eso no existe”, señaló el martes el dirigente catarí Nasser Al-Khelaïfi, presidente del París SG y de la poderosa Asociación Europea de Clubes (ECA).
Estos debates traspasaron incluso las fronteras del fútbol, ya que el Comité Olímpico Internacional (COI) mostró preocupación a mediados de octubre por la posible invasión del Mundial de fútbol sobre el territorio de otros deportes.
¿Qué salida le queda a la FIFA?
Entre las otras pistas del estudio figura el regreso de la Copa de las Confederaciones, torneo entre ocho selecciones que se disputó entre 1992 y 2019, o una ampliación a las selecciones sudamericanas de la Liga de las Naciones, creada en 2018 por la UEFA.