Tras llegar en 2016 a la presidencia de una Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA) convulsionada por los escándalos, el italosuizo Gianni Infantino parece tener segura su reelección el jueves en Kigali, donde tiene lugar el 73 Congreso de la máxima organización del fútbol
Infantino se prepara para irse de Ruanda con un nuevo mandato para cuatro años más, en los que planea llevar a cabo sus nuevos proyectos.
Los delegados de las 211 federaciones integrantes de la FIFA tendrán un margen de decisión limitado: reelegir por aclamación al dirigente de 52 años, que como su anterior elección en 2019 es el único en liza, o marcar una simbólica desaprobación.
El que entre 2009 y 2016 fue el hombre de confianza de Michel Platini en la UEFA seguiría por lo tanto en la cima de la jerarquía del fútbol mundial hasta 2027.
Los estatutos de la FIFA contemplan ahora un máximo de tres mandatos de cuatro años en el puesto, pero Infantino ha preparado ya el terreno para quedarse eventualmente hasta 2031. A mediados de diciembre declaró que estaba “todavía en su primer mandato“, ya que su etapa de 2016-2019 estaba incompleta.
Redistribución
En lo que se refiere a la gobernanza del fútbol, el último mandato de Infantino ha estado marcado por una amplia reforma de los traspasos -creación de una licencia de agente, limitación de sus comisiones-, por la creación de una baja por maternidad para todas las jugadoras profesionales y por la regulación de procedimientos disciplinarios más protectores para las víctimas de violencia sexual.
Infantino también puede apoyarse en un balance financiero sólido, con un aumento de 18% de los ingresos y de 45% de las reservas en el ciclo 2019-2022 en relación al anterior ejercicio, lo que permite a la FIFA aumentar todavía más sus subvenciones a las confederaciones y las federaciones.
Para intentar que el fútbol sea “realmente mundial” cuando los clubes europeos acaparan los mayores talentos, la organización distribuye las mismas cantidades a las distintas federaciones nacionales. Cada una de ellas dispone igualmente de un voto en el Congreso.
Por poco que el presidente contente a las 35 federaciones de América Central -entre ellas, numerosas islas del Caribe- o a las 54 federaciones de África puede permitirse hacer frente, por ejemplo, a las potentes naciones europeas.
Infantino mantuvo un pulso por ejemplo con esos países con un proyecto de Mundial bienal al que terminó renunciando el año pasado o al prohibir a varias selecciones europeas que lucieran un brazalete inclusivo “One Love” durante el Mundial de Qatar del año pasado como gesto de apoyo a los derechos LGBTIQ+.
Mundial de Clubes ampliado
La Federación Noruega de Fútbol promete aportar la única nota discordante del Congreso. Ha hecho inscribir en el orden del día una discusión sobre la “reparación en caso de violación de los derechos humanos” ligada a las competiciones de la FIFA. Familias de trabajadores muertos o heridos en las obras del torneo catarí reclaman desde hace tiempo indemnizaciones.
Los dirigentes europeos no han podido ponerse de acuerdo para impulsar una candidatura común y el proyecto-emblema del próximo mandato de Gianni Infantino, la ampliación del Mundial masculino de 32 a 48 equipos empezando ya por la edición de 2026 (en Estados Unidos, Canadá y México) es ya segura.
El pasado 16 de diciembre, la FIFA decidió ampliar el Mundial de Clubes de siete equipos por año a una competición de 32 equipos a disputar cada cuatro años, a partir de 2025. Infantino lleva años intentando dar impulso a ese proyecto, que en Europa se ve como un competidor a la lucrativa Liga de Campeones de la UEFA.
El plan de un Mundial de Clubes ampliado podría por lo tanto reabrir las grietas en el fútbol: el Forum Mundial de Ligas, que agrupa a unos cuarenta campeonatos, denunció las “decisiones unilaterales” de la FIFA en un calendario “ya sobrecargado” que amenaza la salud de los jugadores, el equilibrio de los clubes y la economía de las competiciones nacionales.