En 1988 se instauró el 30 de marzo como el día de las trabajadoras domésticas a raíz del Primer Congreso de Trabajadoras del Hogar, evento del que surgió la Confederación Latinoamericana y del Caribe de Trabajadoras del Hogar (CONLATRAHO), en Bogotá, Colombia.
Esta fecha conmemorativa sirvió para reivindicar el valor de su trabajo y garantizar los derechos de las trabajadoras, compuesto en su mayoría por mujeres indígenas y empobrecidas, tal como señaló Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred).
Por dicha conmemoración, la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) comunicó que 27 mil 295 personas trabajadores y trabajadoras del hogar han sido afiliadas al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) como resultado de la estrategia conjunta que impulsó con el IMSS.
Dicha cifra representa siete veces más de los afiliados y afiliadas que se registraron en el 2019, bajo la modalidad 34 “Trabajadores domésticos”.
Este programa inició su fase piloto a nivel nacional en abril del 2019.
En diciembre de mismo año, el Senado de México ratificó el Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre las trabajadoras y los trabajadores domésticos, un instrumento relevante que contiene principios y derechos fundamentales a favor de este grupo.
Con éste, el Estado queda obligado a tomar las medidas necesarias para cumplir con todas sus disposiciones.
De esta forma, se establecen las garantías legales para que las personas trabajadoras del hogar remuneradas gocen de condiciones favorables en materia de libertad de asociación y libertad sindical; derecho a la negociación colectiva; abolición efectiva del trabajo infantil; protección de la seguridad social; salarios mínimos; protección efectiva contra toda forma de abuso, acoso y violencia; acceso a la justicia laboral, entre otras, tal como señala la OIT.
En la primera fase de esta prueba, el aseguramiento lo realizaba el patrón o la trabajadora.
Al respecto la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) menciona que “en caso de que el empleado tuviera más de un empleador debía recolectar la cuota correspondiente a cada patrón”.
Esto permitió que las mujeres trabajadoras pagaran mensulamente de forma anticipada las cuotas obrero-patronales y que gozaran de cobertura de los cinco seguros que integran el Régimen Obligatorio de la Ley del Seguro Social (LSS).
Los cinco seguros que brinda el IMSS son:
· Enfermedades y Maternidad. Atención médica, farmacéutica y hospitalaria, sin restricción para la asegurada y sus beneficiarios legales. Pago de incapacidades por enfermedad general.
· Riesgos de Trabajo. Atención médica, farmacéutica y hospitalaria, sin restricción para la asegurada, rehabilitación. Incapacidad por accidente de trabajo y enfermedad.
· Invalidez y Vida. Pensión en caso de invalidez para la asegurada y sus beneficiarios.
· Retiro, Cesantía en Edad Avanzada y Vejez. Ahorro para pensión.
· Guarderías y Prestaciones Sociales. Estancias infantiles y actividades de esparcimiento, deportivas y culturales.
En la actualidad, el proceso ha mejorado y se ha facilitado con el objetivo de incentivar el aseguramiento de las trabajadoras.
Por ejemplo, ahora cada empleador realiza la inscripción de la Persona Trabajadora del Hogar y el pago de las cuotas de manera individual, en función de los días laborados y del salario reportado, aunque la afiliación continúa siendo de carácter voluntario o facultativo.
Al remorar los inicios de este triunfo histórico, la OIT señaló que a finales del 2018, la SCJN emitió la sentencia referente a la inconstitucionalidad de la exclusión de las personas trabajadoras del hogar del Régimen Obligatorio del IMSS.
La OIT consideró que era un triunfo no sólo para este sector laboral, sus gremios y dirigentes, también para organizaciones sociales, civiles y no gubernamentales dedicadas a la promoción y defensa de sus derechos.
La historia de Agripina, una trabajadora del hogar y sus antecedentes.
Agripina tiene 80 años. Toda su vida se dedicó a realizar labores domésticas.
Trabajó en casas de clase alta. Provenía de una familia muy pobre.
Nos quedamos sin mi padre y mi madre trabajaba haciendo tortillas. Vivíamos muy pobres”, comentó Agripina.
Ella y sus hermanas se vieron obligadas a trabajar desde niñas.
Limpiaba casas de familias ricas, en Xola, en Narvarte.
Empecé a los 6 años. Tengo muchas historias. Recuerdo que en las primeras casas, me trataban muy mal. Me ponían a lavar los trastes, a limpiar el piso con un trapo y de rodillas. Andaba descalza. No me daban descanso y me tenían hasta secuestrada. No me dejaban salir. Mi madre fue a buscarme varias veces y me negaban. Un día me mandaron al pan y me fui con mi mamá. Al otro día fueron por mi, pero mi mamá no lo permitió. Me acuerdo que la señora y el señor eran fotógrafos”, contó Agripina.
Recuerda que estuvo en distintas casas a lo largo de su vida.
En algunas la dejaban ver la televisión o la dejaban ir al cine. En otras la dejaban ir de visita con su mamá”, relató Agripina.
También rememora que una señora se la llevó a Guadalajara.
Ella me trataba bien, le gustaba como le limpiaba su casa. Yo era muy buena trabajadora, dejaba limpio, limpio”, indicó Agripina.
Al conversar con Once Noticias sobre si alguna vez tuvo seguro o alguna prestación, comentó que ella nunca tuvo nada.
No, nada. Eran otros tiempos. Antes la gente abusaba mucho de las mujeres pobres. Sólo me pagaban y a veces nada o me hacían trabajar mucho y me pagan muy poco. Me acuerdo que en alguna casa me pagaban siete pesos. Luego me pagaban 20 pesos, pero estaba todo el día, como desde las siete de la mañana hasta la noche. Cuando tuve a mis hijos, pues tuve la mala suerte de que me encontré un mal hombre, no nos daba nada y me golpeaba”, dijo Agripina.
Entonces, yo era el único sustento de la casa. Bendito Dios, siempre fui una buena trabajadora y tenía trabajo en varias casas. Recuerdo con cariño a una señora. Ella me regalaba ropita, comida y me quería mucho. Yo le planchaba y le limpiaba bien bonita su casa. Tenía varias trabajadoras, cocinera y un chofer. Era abogada y también su esposo. Siempre me trataron bien y me ayudaban. A ella la recuerdo con mucho cariño, aunque eso sí, pues no tenía seguro. Si mis hijos se enfermaban tenía que irme todo Municipio Libre a buscar una clínica”, señaló.
Recuerda que una vez su hija se puso muy mal.
Tenía fiebre y yo no sabía qué hacer. Me acuerdo que el médico que nos atendió dijo que mi hija estaba exagerando, pero tenía fiebre y se le volteaban sus ojos. Entonces me dijo que no era nada. Ya me iba con mi hija, cuando uno de los médicos se dio cuenta y lo regañó. Atendieron a mi hija y pues tuve que vender los trastes, para pagar las medicinas”, mencionó Agripina.
Me enfermé muy feo, tuve que internarme en el General. Ahí yo me acuerdo que lo pagué, y para no perder mi trabajo, mi chamaquita iba a limpiar un edificio completo de un señor. Tampoco me dieron seguro. Yo no sabía nada de eso. Eran otros tiempos y pues yo sólo veía la urgencia de sacar para vivir. A duras penas me dejaron terminar mi primaria. Si hubiera seguido estudiando, yo creo que sí les hubiera exigido. Hubiera tenido forma de tener ahorita mi dinero. Fíjate, ahora ya puedes ganar más y además, tener seguro. Uy, eso no lo hubiera pensando antes. Yo creo que hubiera podido hacer muchas cosas, pero era pobre y no sabía nada”, agregó.
Agripina dejó de trabajar apenas poco más de un año.
Al principio si me pagaban mi sueldo, porque me dijeron que sólo debía descansar, pero ya luego no me pagaron. Y pues sí, si ya no iba, pues cómo me iban a pagar. Duré mucho, yo creo que debía tener una pensión, por todo mi tiempo y trabajo, siempre hice mucho y casi nunca faltaba”, señaló Agripina.
Y es que Agripina nunca tuvo contrato y tampoco estuvo afiliada al IMSS, aunque reconoce que ella siempre dice a los jóvenes que busquen trabajo con prestaciones, porque sabe que son importantes para tener vivienda.
Cuando inició el programa piloto habían mil 138 personas trabajadoras del hogar registradas en el IMSS.
Algunos datos relevantes es que el 32% de personas trabajadoras del hogar son hombres en un rango de edad de 54 años.
Conviene señalar, según la OIT, las actividades que realizan los hombres son bajo la categoría de cuidadores, cocineros y choferes, oficios que las personas empleadoras pueden privilegiar con mayor recocimiento de derechos.
Las entidades con mayores porcentajes de personas trabajadoras del hogar son Ciudad de México, Estado de México, Sonora, Jalisco, Nuevo León, Veracruz, Sinaloa, Coahuila, Baja California y Chihuahua.
El salario diario de las trabajadoras y trabajadores es de aproximadamente 210 pesos.
El 88% de estas personas ganan dos o menos salarios mínimos.
Persiste el trabajo sin contrato, el 96% labora sin uno y 69.5 % no tiene prestaciones.
Además, el 42% trabaja más de 35 horas a la semana.
Con respecto a beneficiarios, hasta febrero del 2021, de 22 mil 673 trabajadoras y trabajadores beneficiarios: 20 mil 7 son hijos, 7 mil 465 cónyuges y 4 mil 775 padres o madres
La STPS invita a las personas empleadoras a contribuir con su participación, ya que son fundamentales para dignificar este trabajo y lograr que se instituyan condiciones favorables para este sector que durante mucho tiempo fue objeto de olvido y marginalización laboral.