El “efecto Tesla” y el nuevo entorno mundial se hacen sentir a varios cientos de kilómetros al noroeste de Monterrey, en Ciudad Juárez, frontera con Estados Unidos.
Esa localidad de Chihuahua es la cuna de las “maquiladoras“, fábricas de firmas extranjeras que utilizan mano de obra mexicana para armar distintos productos que se exportan a la Unión Americana.
La guerra comercial entre Estados Unidos y China, el COVID-19 y la paralización del comercio, la relocalización de líneas de producción, los planes del presidente Joe Biden de apoyar la economía estadounidense: todo ha contribuido a dar un segundo aire a las entre 300 y 350 maquiladoras de Ciudad Juárez, según cifras de actores locales.
“Es un boom. Hay un déficit de cerca de 30 mil personas “, resume Iván Pérez, director general de desarrollo económico municipal, a quien le preocupa la penuria de mano de obra.
Se están construyendo nuevos almacenes en los “parques industriales” establecidos a lo largo del muro fronterizo que impide el acceso a El Paso, la vecina ciudad estadounidense, tan cerca y a la vez tan lejos para los migrantes varados en Ciudad Juárez.
Cuatro empresas de Taiwán -entre ellas Foxconn, contratista de Apple, o Pegatron, proveedor de Tesla- están construyendo 70 mil metros cuadrados de edificio, explicó el arquitecto y desarrollador de naves industriales Jorge Bermúdez, hijo de uno de los pioneros de las maquiladoras en los años 1960.
“En veinte años nunca había visto que la disponibilidad estuviera por debajo de 5% de la superficie disponible”, confirmó Eduardo Cinco, consultor inmobiliario para empresas que buscan terrenos.
Ese nuevo boom, denominado por los especialistas “nearshoring“, responde a la necesidad de grandes corporaciones de acercar sus centros de producción a los clientes principales.
Pero esta tendencia no complace del todo a un joven industrial, Jesús Manuel Salayandia, presidente saliente de la sección local de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación.
En 60 años de industria maquiladora en Ciudad Juárez y el norte del país, “no se ha dado una verdadera transferencia tecnológica” en beneficio del desarrollo industrial de México, lamenta Salayandia.
Tesla, reto para el Gobierno de NL
El gobernador de Nuevo León (NL), Samuel García, vive entre dos grandes noticias: el nacimiento de su hija y la llegada de Tesla a su estado, en el norte de México cerca de Estados Unidos, una zona impulsada por industrias que prefieren ahora producir en América en lugar de Asia.
La producción de autos eléctricos en la “giga factory” cerca de Monterrey, podría iniciarse en enero próximo, dijo el mandatario local a la AFP horas antes de ir al hospital para acompañar a su esposa durante el parto.
García, de 35 años y asiduo de las redes sociales junto con su esposa, Mariana Rodríguez, lo mismo sube a Instagram un video del nacimiento de su hija que su foto con Elon Musk, el multimillonario dueño de Tesla.
Diez días después de que se anunciara la inversión de Tesla, que será de unos 5 mil millones de dólares, la firma concretaba la compra de terrenos en la carretera que conduce a Saltillo, capital del vecino estado de Coahuila.
Más industrias llegan a Nuevo León
Con la llegada de Tesla, Samuel García apuesta por la creación de unos 7 mil empleos directos y entre 40 mil y 50 mil indirectos en Monterrey, situada a 200 km de la frontera con Texas y a unos 600 km de Austin, sede de la firma.
“Tenemos unas 30 empresas proveedoras de Tesla que de noviembre a febrero ya se vinieron por acá”, dijo el gobernador, poniendo como ejemplo el fabricante de ordenadores Quanta.
Esta empresa taiwanesa, que produce los “cerebros” de los autos eléctricos, se instaló en diciembre de 2021 y en poco más de un año ha reclutado a unas 2 mil 500 personas. “Es una locura”, comenta un directivo de la empresa que se alegra de que pronto tendrá cerca a su socio de Tesla en vez de en Austin.
El francés Saint-Gobain (parabrisas) tiene fábrica, y próximamente la tendrá Faurecia (asientos), cerca de Monterrey, donde en diciembre de 2021 Francia abrió un consulado general, su primero en diez años en el mundo.
Las organizaciones civiles atemperan sin embargo la euforia de las élites de Nuevo León, estado industrial de 5.7 millones de habitantes que en 2022 se vio afectado por una sequía inédita y cuyas nubes de contaminantes a menudo alcanzan las montañas que rodean la capital.
El estado tendrá que ser capaz de responder “en un tiempo récord” a la demanda de vivienda, agua, transporte, salud y educación, advierte Sandrine Molinard, directora general de la organización Consejo Cívico, al anticipar un boom demográfico.