Internacional

Talibanes en el poder prometen erradicar al Estado Islámico de Afganistán

En estos últimos años, el mulá talibán Neda Mohammad combatió a la vez al Gobierno afgano y a sus rivales islamistas del Estado Islámico (EI).

Nombrado gobernador tras la llegada al poder de los talibanes, promete ahora que los yihadistas serán erradicados de Afganistán.

Hace dos semanas solamente, aún era jefe de la rebelión talibana en el Nangarhar, estratégica provincia del este del país, de la que el mulá Mohammad es hoy gobernador.

Jalalabad era una de las grandes ciudades que les quedaba por conquistar a los talibanes, en un país donde el Gobierno y su ejército se derrumbaban como un castillo de naipes.

 

Nos dijo, no voy a combatir por el presidente Ashraf Ghani y no quiero que la ciudad sea destruida”, comentaron dirigentes talibanes.

 

Aceptamos el acuerdo, nosotros tampoco queríamos combatir en la ciudad”, señalaron.

El 15 de agosto, los talibanes entraron en Jalalabad, donde las autoridades se rinden.

Horas más tarde, la capital, Kabul, cae de la misma manera y el presidente Ghani se fuga.

Varios habitantes de Jalalabad están atemorizados, pues está vivo el recuerdo del brutal régimen de los talibanes de los años 1990 y de sus sangrientos ataques posteriores.

 

Les dijimos que no habría problemas en el futuro. Los talibanes gobernarán para todos los afganos”, dijo el mulá Mohammad.

Pero pese a estas garantías, mucha gente en la ciudad teme por su libertad de expresión, que los talibanes acosen a quienes no piensen como ellos.

Las mujeres temen perder mucho.

El mulá Mohammad, sereno y afable, afirma por su parte que la población apoya ampliamente a los talibanes y sus dos prioridades: restablecer la economía y garantizar la seguridad.

Al margen de la criminalidad ordinaria, el primer objetivo de este exjefe de guerra convertido en gobernador sigue siendo el Estado Islámico del Khorasan (EI-K), autor estos últimos años de varios sangrientos ataques, entre ellos el doble atentado suicida que acabó con la vida de una centenar de afganos, 13 militares estadounidenses y dos británicos cerca del aeropuerto de Kabul el 26 de agosto.

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