Evitar largas filas en las sucursales de los bancos para pagar un recibo de agua o luz, cobrar el sueldo en un cajero automático y realizar compras o transferencias bancarias por medio de la computadora o el teléfono celular, son nuevas modalidades financieras que llegaron para quedarse y en las que no hay marcha atrás, consideró Monika Ribeiro de Freitas Meireles, investigadora del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc) de la UNAM.
Aunque un amplio sector de la población no tiene acceso a estas alternativas, la tendencia en el mundo es hacia su uso y expansión, reconoció.
Invitada a “Café expreso, Humanidades en Diálogo”, una charla virtual de la Coordinación de Humanidades, Meireles explicó las principales características de estos servicios financieros que se incrementaron con la pandemia, pues promueven el aislamiento físico y la distancia social.
Ese tipo de dinero se refiere a tres temas o categorías que involucran la innovación tecnológica, los sistemas de pagos y las finanzas: el dinero electrónico, la moneda digital y la criptomoneda. Es un entrecruce entre finanzas, innovación tecnológica, computadoras, internet y minería de datos.
El dinero electrónico puede ser entendido como el movimiento con tarjetas, en línea, del dinero que nosotros siempre estuvimos acostumbrados a usar. El peso que uno deposita en efectivo en el banco y eso se circula con la tarjeta de débito o de crédito. Fue el primer paso de la revolución electrónica dedicado a ese circuito de las finanzas”, explicó la experta.
En tanto, la moneda digital es la que emiten los bancos centrales de los países, utilizando una tecnología de doble validación con los libros de cuenta, donde no hay una transacción física del billete, añadió.
La experta continuó su explicación y refirió que la criptomoneda es aún más novedosa, ya que autores privados (no bancos) utilizan la tecnología para hacer entre sus comunidades la emisión digital de su moneda.
Ahí entra el ejemplo del Bitcoin que aparece como una propuesta de unos ciber-activistas con la idea de hacer algo muy libertario, de escaparse del control del Estado. Este mercado está en ciernes y es un recurso de alto riesgo”, puntualizó la investigadora.
Popularidad y confianza
Para la investigadora del IIEc, aún falta popularizar el uso del dinero electrónico para hacerlo llegar a un sector más amplio de la sociedad, en especial a los marginados. Tenemos escasa educación financiera y por ello falta generar confianza en el uso de las nuevas tecnologías.
Tener el dinero físico nos da más seguridad, pero está en desuso. A nivel de países como los latinoamericanos existen obstáculos con problemas estructurales, pero el uso electrónico del dinero no tiene marcha atrás, es un cambio que llegó para quedarse”, finalizó.