Economía

Funebreros, la vida de un trabajador con difuntos 

En este trabajo todo empieza con el final.  El momento mágico de la muerte es el inicio de una jornada laboral para Ángel y su familia que de buenas a primeras salen corriendo de la mesa o de la cama para llegar después de la Dama de la Guadaña. Puede ser en una casa o en la vía pública donde tiene que presentarse y brindar sus servicios.

 

Al llegar a la escena y ver el cuerpo sin vida, observan, escuchan y callan hasta que llega el momento oportuno. Se acercan a la familia y ofrecen sus servicios funerarios con mucho tacto y compresión, ya que durante sus muchos años han recibido agresiones o insultos que comprenden a la perfección.  

 

Los funebreros son uno de los trabajos con la muerte, que dan vida a familias y tradiciones mexicanas, pero se sostiene en la precariedad laboral. Las grandes corporaciones acaparan la mayoría del mercado y son incansables para los trabajadores de pie. Las pequeñas funerarias no ofrecen ninguna prestación de ley, y muchas veces ni sueldo.

 

Son los freelances de la muerte que poco a poco se han ido mermando con la pandemia. Uno de los principales ingresos de las funerarias eran los velorios y se suspendieron como medida sanitaria contra el Covid-19, y si los ingresos del local se recortan, el personal y sus ingresos también se recortan. Muchos se retiraron, algunos sin trabajo y otros aprendiendo oficios nuevos como la mecánica o la embalsamada de cuerpos.

 

Sin embargo, los que siguen están expuestos al virus de manera latente, al trasladar los cuerpos qué, aunque no murieron de Covid-19, estaban en hospitales con esos pacientes.

 

Su trabajo depende de la manera de la defunción, si hubo un crimen, un accidente o un suicidio, tendrán que esperar a que los elementos periciales investiguen el cuerpo. Al terminen el peritaje y los funebreros tendrán que recoger el cuerpo con las autoridades y trasladarlo a la embalsamadora, ahí se le dará un tratamiento para presentarlo en su última noche entre flores y lágrimas.

 

Durante el velorio, Ángel trabaja en los tramites del Registro Civil que tiene que dar cuenta de esa defunción.  Llegan por la mañana, antes del mediodía y suben el cuerpo en la carroza, esta vez para llevarlo al panteón donde recibirá el último adiós.

 

El inicio de la vida es un momento tan importante como su final. Ángel, sabe que tiene que enfrentarse a injusticias y burócratas que impiden una sepultura digna. Entre funcionarios que extorsionan y la violencia institucional Ángel ha logrado entregar su trabajo por amor a la vida y los muertos. Como la vez que autoridades pedían dinero a una señora de la tercera edad para que le entregaran a su esposo fallecido en un accidente vial y Ángel evitó esa extorsión. O la vez que no le cobró sus servicios a un grupo de trabajadoras sexuales que habían presenciado el asesinato de su compañera.

 

Las persecuciones policiales, los múltiples permisos y negocios autoritarios han ido sacando y exponiendo a los funebreros que esperan un trabajo digno en un oficio perseguido y estigmatizado por vivir de la muerte, pero necesario para todos los que seguimos respirando.

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