Economía

La tortilla hasta tu mesa, todos los días una larga jornada

Liliana es comerciante de tortillas. Sale de su casa a las siete de la mañana para hacer el arroz que se dejó una noche antes remojando, lo guisa junto con los frijoles y la salsa. Luego se pone a empaquetar la tortilla para salir a repartirla.

 

Liliana viaja en un triciclo de trabajo. Carga con una hielera que guarda las tortillas, unos botes de frijoles, otros de arroz y una salsa calientita. Pasa gritando “¡Tortillaaaaaaaaaas!”, seguido de un claxon de bicicleta. Le gente se asoma y le grita a Liliana; ella detiene su carrito y con una sonrisa bajo el cubrebocas despacha los kilos de tortilla y los frijoles a la hora de la comida. 

 

El sol azota duro contra la cabeza. Sin embargo, Liliana sigue pedaleando hasta terminar la mercancía.

 

El uso de la tortilla y sus fabricantes se puede remontar hasta el 500 a.C., cuando en México se usaba el nixtamal para darle forma a la masa de maíz. Con el tiempo fue industrializándose el maíz y la tortilla, y su fabricación que ahora se hace en máquinas.

 

Después de repartir, regresamos a la tortillería y comenzamos a preparar la (tortilla) chiquita que se usa pa’ los tacos. También la empaquetamos por kilos o medios kilos, y la entregamos a otros repartidores. Nosotros nos quedamos en la tortillería para limpiar las maquinas, las ollas y todo lo que utilizaron. Después de eso hay que limpiar el frijol y el arroz para ponerlo a remojar, y que mañana esté listo para guisarlo”, dice Liliana.

 

La tortilla tomó un uso popular y cultural en la dieta de todo mexicano. Por la calle se sabe que la tortilla sirve como plato, cuchara, tenedor, guante y hasta servilleta. Los múltiples usos y maneras de cocinarla son inimaginables en la gastronomía mexicana. 

 

En promedio vendemos unos 50 kilos al día. Toda la materia prima ya había subido desde que inició la pandemia, pero ahora subió mucho de enero para acá. El maíz subió 30 pesos por bolsa, el frijol subió 80 pesos por bulto. Nosotros confiamos en los precios y cuando vamos a comprar ya no nos alcanza”, señaló la comerciante. 

 

La pandemia, como a todos los oficios, ha golpeado el bolsillo de los mexicanos y, en este caso, la dieta tradicional. Las limitaciones económicas y la inflación aprietan cada vez más a los pequeños negocios. 

 

La venta ha bajado, y más las ganancias, porque no hay quien compre. La gente compra solo su tortilla, ya casi no compran arroz o frijol. No es que no quiera comprar la gente, el problema es que nadie tiene dinero para gastar y nosotros no le podemos subir a nuestro producto porque vendemos menos”, comentó la trabajadora.

 

Las personas se han vuelto más ermitañas y salen poco o casi nada. Sin embargo, las tortillas no faltan en ninguna mesa. Hoy, la tortilla sigue siendo el fiel acompañante de las comidas en las mesas de ricos y trabajadores que viven en México.

 

El trabajo de producción, distribución y comercialización de la tortilla lleva a una jornada mayor a 12 horas. Liliana termina a las nueve o diez de la noche, cierra las cortinas metálicas de la tortillería y regresa a casa a descansar para mañana guisar los frijoles y el arroz que se quedaron remojando.

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