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Los tamaleros de la Candelaria en medio de la pandemia

Pablo Vicente García es tamalero y suspendió la venta de sus productos para el día de la Candelaria. Después de 33 años de trabajo sin parar y heredando la receta de generación en generación, la pandemia le dio un respiro a la familia García.

 

Especialmente en este día (de La Candelaria) estábamos llenos, con unas filas larguísimas. Hoy nos preguntan si vamos a hacer tamales y la respuesta es no. Por salud de la familia y de los clientes. Es el primer día después de 33 años que estoy disfrutando de un descanso, porque diario cocinábamos tamales. De lunes a domingo sin parar”, mencionó el experto tamalero.

 

La receta paso de la tía abuela al sobrino Pablo García, y Pablo la entregó a Gabriela su hija, y ella a su vez le está enseñando a su sobrina.

 

Hacer tamales es una artesanía porque todo se tiene que hacer con las manos, desde la masa, darles forma y rellenarlos uno por uno. Todo tiene un tiempo, la cocción del maíz, el secado de la harina y por supuesto la preparación, si no se hace con cariño, no salen los tamales” aclaró Gabriela.

 

Aparte de ser una familia que sostiene una tradición mexicana arraigada desde tiempos prehispánicos, los García son parte de una economía comunitaria que va desde los campesinos que producen maíz 100% natural, los trabajadores que pelan la mazorca para que la hoja del elote pueda envolver el tamal, el molino, los repartidores etc.

 

Nos hemos mantenido en el estilo de la elaboración. Voy a traer el maíz de Cuijingo. No compro harina hecha, porque el maíz de esas harinas es transgénico. Comienzo pre-cociendo el grano, después lo dejo reposar y lo llevo al molino, ahí me lo entregan en harina. Nos beneficiamos tanto el campesino mexicano, nosotros los comerciantes y así el cliente recibe lo mejor, en sabor y para su salud. Esa es una de las características de nuestros tamales” aseguro Pablo.

 

Cuatro generaciones que han vivido del maíz y su trabajo agradecen a la planta y su nobleza.

Es un agradecimiento a nuestro Dios porque hay trabajo, hay salud, porque hay gente que aprecia nuestra dedicación. Me dicen que mis tamales van a China, a Italia, a Holanda y no por sucursales, sino por gente que quiere compartir ese momento de un buen tamal. Agradezco porque ésta es una labor bendita, porque a través de los tamales he conocido mucha gente y mi familia está unida gracias a ese alimento. Estos tamales son una tradición en el barrio” concluyó el Señor García.

Cuando la familia García empezó el negocio sólo era un bote de tamales a la entrada de su casa, cocinaban un kilo de harina y con eso sacaban 20 tamalitos al día. El suegro de don Pablo estaba en contra de vender tamales porque se apenaba del comercio informal. Hoy en día viene gente de todos lados para comprar los tamales de la Nueva Santa María que tienen hasta 24 sabores como adobo, pipián, cajeta, guayaba y hasta sabor gansito.

 

Aunque no estamos vendiendo, estamos contentos porque estamos juntos, descansando y tenemos salud. Esperemos que el año que entra podamos seguir aquí para atenderles” concluyó Gabriela desde la esquina de Plan de San Luis e Invernadero.

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