Los avances que se habían alcanzado en el mercado laboral antes de la emergencia sanitaria por COVID-19 se vieron estancados y las mujeres fueron quienes se vieron más impactadas. Después de iniciarse la pandemia los avances que se habían logrado en el incremento porcentual de mujeres que ingresaron al mercado laboral se estancó y se reforzó la división sexual del trabajo.
Según detalla el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), en la actualización del Sistema de Indicadores sobre Pobreza y Género en México 2016-2020, algunas brechas de género se agudizaron con la pandemia, por lo que asegura que debe fortalecerse una estrategia que ayude a combatirlas.
Y es que como lo había presentado antes Coneval, la incidencia de pobreza moderada y extrema aumentaron, lo que revirtió los alcances que se tuvieron de 2016 a 2018. Las principales causas fueron el incremento de la población con ingresos insuficientes para adquirir la canasta básica de bienes y servicios, y la carencia por acceso a los servicios de salud.
Los porcentajes de pobreza no presentaron cambios dramáticos al ser desagregados por sexo, sin embargo, el efecto que tiene la pobreza en las mujeres conlleva múltiples situaciones de exclusión y desventajas en el ámbito público y privado, afirma Coneval.
Retroceso en inserción laboral
En el periodo de agosto a noviembre de 2020, Coneval registró que el empleo de las mujeres retrocedió 2.8 % y el trabajo doméstico, como ocupación exclusiva, aumentó 2.1 %.
Así, en 2020, 1.2 millones de hombres reportaron que los quehaceres domésticos fueron su ocupación primaria, mientras que en las mujeres esta cifra ascendió a 18.4 millones.
En cuanto a la situación para las mujeres en pobreza, las principales ocupaciones fueron: el empleo y el trabajo doméstico. No obstante, antes de la pandemia, en 2018, se observó un porcentaje mayor de mujeres empleadas (47.1%) que mujeres dedicadas exclusivamente al trabajo de casa (44.5%).
En el año 2020, este crecimiento tuvo cambios. El empleo descendió 2.3% y el trabajo doméstico aumentó 1.3%, así, el porcentaje de las mujeres con trabajo exclusivamente doméstico (45.8%) fue ligeramente mayor que el de empleadas (44.8%).
También para las mujeres que no están en situación de pobreza, el empleo –que es la principal actividad– retrocedió 2.9% (pasó de 56.2 a 53.2%). Mientras tanto, el trabajo doméstico, que es la segunda ocupación más común, aumentó 2.3% (pasó de 32 a 34.3%).
En cuanto al trabajo doméstico en hombres sólo tuvo un aumento de 2.4% y el empleo para los hombres en situación de pobreza y fuera de ella, continúa como la única actividad que figura como la principal ocupación.
Tener hijos(as) un factor que incide en la inserción laboral de las mujeres
Los datos muestran que la división sexual del trabajo se mantiene. Además son las mujeres quienes en mayor medida se dedican al cuidado de otras personas, principalmente de niños (as) y adultos (a) mayores, señala Coneval.
Esto tiene una incidencia en las mujeres y su inserción laboral. En el periodo de 2016 a 2020, las madres de 21 a 45 años que se insertaron al mercado laboral corresponden a un aproximado de 50% en situación de pobreza, y 60% fuera de pobreza; mientras que en las mujeres sin hijos(as) la participación económica aumentó a alrededor de 55% si se encontraban en situación de pobreza, y cerca de 80% si estaban fuera de esta.
En cambio, en los padres de las mismas edades (21-45 años) la inserción laboral es prácticamente 100% independientemente de su situación de pobreza; en los hombres sin hijos(as) baja a 85% aproximadamente en pobreza y 90% fuera de esta.
“Tener hijos(as) reduce la participación económica de las mujeres, mientras que en la de los hombres aumenta. La inserción de las mujeres en el mercado laboral se vio disminuida 5.5% durante los primeros años de vida de los(as) hijos(as); mientras que en los padres este factor no incidió”, apunta Coneval.
Las madres empleadas con hijos(as) menores de cinco años asciende a alrededor de 45% en pobreza y a 60% fuera de esta, mientras que en aquellas con hijos(as) de cinco años o más el empleo se incrementa en torno a 50% en pobreza y 65% fuera de esta.
En cambio, prácticamente todos los padres sin importar la edad de sus hijos(as) y su situación de pobreza tienen un empleo.
A este panorama se sumó que las horas que dedican las mujeres en promedio a las tareas de cuidado superaron 11.5% a las mismas que dedican los hombres. Esta situación aumentó en situación de pobreza a 12.6 horas de diferencia; en situación de no pobreza, la diferencia fue de 10.4 horas.