EconomíaRevolución energética

¿Por qué las energías renovables podrían ser un indicador de igualdad de género?

En la voz de... Sergio A. Gamboa

Sergio A. Gamboa, doctor en Ciencias Químicas en la Facultad de Química de la UNAM, e investigador del Instituto de Energías Renovables. sags@ier.unam.mx

La solar, hidroenergía, geoenergía, energía eólica y biomasa son energías renovables disponibles en México. El tamaño de estos recursos es muy grande, tanto que lo podemos considerar infinito, a la escala de uso humano en la actualidad.

Estas energías renovables le dan a nuestro país la posibilidad de generar electricidad, calor o frío, para aplicaciones en casas habitación, industria, servicios, y transporte. En los lugares alejados de la red de electricidad nacional; por ejemplo, es factible instalar sistemas basados en energías renovables para poder suministrar electricidad.

El acceso a la electricidad, debe ayudar a disminuir la brecha existente entre los mexicanos en general. De acuerdo con estudios reportados en 2020 por Energía Hoy, hay más de 1.8 millones de personas sin acceso a la electricidad en México, normalmente corresponden a poblaciones indígenas que viven en regiones remotas. Esto representa aproximadamente 2% de la población total del país, distribuidos en más de 352 mil hogares, en 32 mil poblados.

Estas cifras son preocupantes si las asociamos a indicadores de pobreza energética, debido a las limitantes que tienen esas poblaciones para acceder a: servicios médicos, educativos, de seguridad, de comunicación, entre otros. 

Por otro lado, las áreas de oportunidad de desarrollo laboral de las mujeres, en el sector energía, son aún muy pequeñas. Las estadísticas indican que solo 26% de la población ocupada son mujeres, las estudiantes inscritas en carreras de ingeniería son de 27.65%, y de ellas, 46.8% han recibido becas. En el Sistema Nacional de Investigadores (SNI), 35% son mujeres, según indica el estudio “Mujeres y energía” de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL). Por ello, debemos hacer un esfuerzo para lograr, de manera urgente, equidad en todas las áreas de la energía; desde el acceso, hasta las oportunidades laborales de hombres y mujeres, y de esta forma podremos transitar hacia un país más igualitario energéticamente. 

Se requiere, entonces, utilizar a la energía como el factor de cambio que permita mejorar todos los ámbitos de la sociedad. Ante esto, el aprovechamiento de las energías renovables puede permitir, en poco tiempo, tener un país electrificado, con mayores posibilidades de satisfacer las necesidades básicas de la sociedad. 

Igualdad de género, pero también participación

 El principal recurso renovable que tenemos en todo México es la energía solar. Las tecnologías desarrolladas para su conversión a electricidad, se encuentran certificadas, listas para poderlas instalar en todo el país para autoconsumo, principalmente. Se pueden aprovechar también los lugares con corrientes sostenidas de aire, para producir electricidad, utilizando aerogeneradores de baja potencia, que también son tecnologías ampliamente usadas en el mundo. 

Tenemos potencial geotérmico para producir electricidad con la energía térmica del subsuelo, ya sea en grandes centrales de generación de energía; o bien, utilizando sistemas modulares que aún se encuentran en desarrollo. México tiene muchos ríos, con cascadas pequeñas, a las que se les puede instalar micro generadores para producir energía eléctrica suficiente en una comunidad pequeña. Y al final, la biomasa, o la leña que se usa en muchos hogares, es fuente de energía térmica para la cocción de alimentos.

Y podríamos hablar mucho más de las energías renovables y sus usos potenciales. Pero para aprovecharlos de mejor manera, se requiere formar profesionales y técnicos, mujeres y hombres, que puedan desarrollar nuevas tecnologías; o bien, que diseñen e instalen proyectos, en todos los sectores de la sociedad, y en todas las ubicaciones geográficas. 

Para ello, tenemos en el país universidades públicas y privadas, centros de investigación, institutos, e inclusive oficinas gubernamentales, dedicadas al estudio, evaluación y aplicación de las tecnologías basadas en las energías renovables. De esta forma, se están formando a los futuros expertos, quienes serán los encargados de diseñar los sistemas energéticos aplicables a la parte social, industrial, servicios y transporte, con el objetivo de minimizar la pobreza energética que existe en el país. 

A partir de estas bases, está claro que debemos aprovechar el uso de las energías renovables y proponer soluciones a diversos problemas que ya están presentes en este momento. Como ejemplos, tenemos el suministro de energía para los vehículos eléctricos enchufables, las redes de telecomunicaciones y su conectividad, y en general, todo lo relacionado a la calidad y disponibilidad de la energía, para todos los usos finales que se requieran. 

Esto, sin dejar de mencionar, que con el uso de estas nuevas formas de energía se podrá mitigar los efectos nocivos al planeta, que se han producido por el uso indiscriminado de hidrocarburos.

Los anteriores son desafíos enormes, alcanzables todos ellos, sí y solo sí, seguimos desarrollando ciencia y tecnología en México, con enfoque de incidencia social; pero sin perder de vista la urgencia de la igualdad de género en el sector.

 

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