Una trama afilada, una alegoría social y escenas de contundente violencia son los ingredientes del éxito de “El juego del calamar”, la distópica serie de Netflix que se ha convertido en el último fenómeno global surgido de Corea del Sur.
Como en “Parásitos”, que en 2020 se convirtió en la primera producción no inglesa en ganar el Óscar a mejor película, sus protagonistas surgen de las clases más marginadas de la sociedad.
Personas hundidas por las deudas, un precario trabajador inmigrante o una desertora de Corea del Norte compiten en juegos infantiles para ganar 45,6 billones de wones (38 millones de dólares). Si pierden, lo pagan con la vida.
La trama ha demostrado ser enormemente popular entre la audiencia mundial. En apenas unos días tras su estreno el mes pasado, el máximo ejecutivo de Netflix señaló que “era muy probable que se convirtiera en su mayor producto hasta la fecha”.
La serie, escrita y dirigida por Hwang Dong-hyuk, ratifica la creciente influencia de la cultura popular surcoreana, con fenómenos mundiales como el grupo de K-pop BTS o la propia “Parásitos” del realizador Bong Joon-ho.
Para los críticos, más allá del origen de la producción, la explicación de su éxito radica en los temas de la serie y su crítica a los males del capitalismo, universales, especialmente con una pandemia que agrandó la desigualdad.
La tendencia creciente a priorizar los beneficios sobre el bienestar del individuo” es “un fenómeno que vemos en las sociedades capitalistas de todo el mundo”, dijo a AFP Sharon Yoon, profesor de estudios coreanos en la Universidad Notre Dame de Estados Unidos.