Inmersa en su propia realidad desfasada, la realeza británica cumplió el rito de la coronación de Carlos III, el rey de un imperio estancado en la Edad Media, que nada a contracorriente en pleno siglo XXI, ante el avance de la democracia en el mundo.
Resguardados por mil 500 policías, que detuvieron a medio centenar de activistas prorepublicanos que se manifestaban al paso de la nueva pareja real, Carlos y Camila, su consorte, arribaron a la centenaria abadía para ser coronados.
Pero no todos celebraron la continuación monárquica, cobijada por una iglesia anglicana distinta a la romana, que asume a la realeza como representante de dios en la tierra.
“No es mi rey, no es mi rey”, repetían a coro manifestantes apostados a lo largo del cortejo real, muchos de ellos miembros de movimientos a favor de la instauración de una República.
Los sondeos confirman que ya son más los ciudadanos británicos que quieren el fin de esa era monárquica y que piden modernizar su forma de Gobierno.
“Quiero que seamos capaces de decir a los niños ‘todos nacemos iguales, nadie nace mejor que nadie’. Ahora no podemos decirles eso porque tenemos una familia a la que elevamos por encima de todos los demás y que gobierna el país, se lleva todo el dinero, miles de millones de libras, así que quiero una República”, dijo un manifestante antimonárquico.
Una veintena de miembros del grupo ecologista Just Stop Oil, que en pasadas protestas han bloqueado carreteras pegándose al asfalto, fueron asimismo arrestados. La policía, que desplegó a 11.500 agentes para la ocasión, anunció que no toleraría ningún disturbio.
“Ningún activista de Just Stop Oil detenido entre la multitud tenía pegamento, pintura o algún plan para perturbar la coronación”, afirmó el grupo en Twitter.
ONG´s como Human Rights Watch y Greenpeace también criticaron la nueva ley promulgada de forma acelerada esta semana que da mayores poderes a la policía contra las manifestaciones.
En Edimburgo, capital de Escocia, cientos de personas participaron en una manifestación antimonárquica, coreando “abajo la monarquía” y reclamando la independencia.
Otra manifestación tuvo lugar en Cardiff, la capital de Gales.
Joyas y ropajes de oro
En un contexto de grave crisis por el disparado coste de la vida, el rey quiso una ceremonia más moderna y sencilla que la de su madre. Aun así, se utilizaron tres coronas engarzadas de diamantes: una para Camila y dos para Carlos III, ya que la de San Eduardo sólo se lleva en el momento preciso de la coronación.
También lucieron varios ropajes antiguos bordados con oro, que el rey fue vistiendo progresivamente durante la ceremonia, tres cetros, una espada cubierta de piedras preciosas y un par de espuelas de oro.
Siguiendo las convicciones ecologistas del monarca, el óleo para la unción era vegano. Como exige la tradición, fue consagrado en la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén.
Mañana domingo 07 de mayo, se celebrarán comidas vecinales en todo el país y un gran concierto pop en honor del monarca frente al Castillo de Windsor, al oeste de Londres.
El lunes 08, que fue proclamado feriado, la pareja real llamó a los británicos a realizar tareas de voluntariado.