Las fuerzas de seguridad de Myanmar, que siguen disparando munición real, mataron este miércoles a al menos siete manifestantes contra el golpe de Estado militar, un fracaso para la comunidad internacional en su intento de frenar la represión.
Tres hombres y una mujer murieron durante una protesta en favor de la democracia en la ciudad de Monywa (centro), indicaron fuentes médicas.
A 130 kilómetros de distancia, en Mandalay, dos manifestantes perdieron la vida por disparos en la cabeza y en el pecho, según un médico, que pidió el anonimato por medio a represalias. Y en Myingyan (centro), un hombre de 20 años murió y otras 17 personas resultaron heridas, según los socorristas.
En otras, se escuchan una serie de detonaciones y a los manifestantes gritar: “¡Nuestra revuelta debe triunfar!”.
Las fuerzas de seguridad dispararon gases lacrimógenos, munición de goma y balas reales”, según un rescatista.
Con cortes de internet, un refuerzo del arsenal represivo y olas de detenciones, la junta militar no ha dejado de aumentar la represión desde el golpe de Estado que derrocó al Gobierno civil de Aung San Suu Kyi, el 1 de febrero.
La jornada del domingo fue especialmente mortal con al menos 18 manifestantes muertos, según Naciones Unidas.
Los manifestantes siguen, pese a todo, saliendo a las calles para reclamar la marcha de los generales golpistas y la liberación de cientos de detenidos encarcelados en las últimas semanas.
Cerca de la pagoda Sule Paya, en el centro de Rangún, la capital económica, los manifestantes organizaron una concentración y arrojaron al suelo las tapas de los cubos de basura que usan como escudos improvisados.
No hagan nada contra la policía y el ejército. Si vienen a expulsarnos violentamente, continúen manifestándose pacíficamente”, grita un joven por un megáfono. “Nos mantenemos unidos”, respondieron los manifestantes.