Internacional

Alemania cierra tres reactores nucleares en plena crisis energética en Europa

A finales de 2022, le llegará el turno a las tres últimas centrales eléctricas del país

En un momento en que Europa se enfrenta a una de las peores crisis energéticas de su periodo reciente, la mitad de la capacidad nuclear alemana aún activa en el país será desmantelada este viernes, una década después de la histórica decisión de Angela Merkel de abandonar esa fuente de energía.

Concretamente, dejarán de operar en 2022 los reactores ubicados en las localidades alemanas de Brokdorf (norte), Grohnde (centro) y Gundremmingen (sur). El conjunto representa alrededor de 4 gigavatios/hora de potencia instalada, o el equivalente a mil aerogeneradores.

A finales de 2022, le llegará el turno a las tres últimas centrales eléctricas del país, Neckarwestheim (sur), Isar 2 (sur) y Emsland (norte), con una capacidad de alrededor de 4 GW.

El desastre nuclear de Fukushima, ocurrido en 2011, convenció a la ex canciller alemana de la necesidad de dejar atrás esa controvertida fuente de energía no fósil.

Tensiones geopolíticas

A pesar de la retirada de un tipo de energía que todavía provee alrededor del 11% de la electricidad generada en 2020 en el país, “la seguridad del suministro en Alemania continúa estando garantizada”, declaró este martes Robert Habeck, ministro de Economía y Protección Climática, perteneciente a los Verdes, en un comunicado de prensa.

Para compensar el fin de la energía nuclear, y mientras espera a las energías renovables llenen completamente este vacío, Alemania está abasteciéndose de combustibles fósiles, particularmente gas, de forma masiva.

La retirada de tres reactores nucleares de los seis que aún seguían en funcionamiento llega en medio de un momento de crisis de abastecimiento en el continente, alimentada por el reciente resurgimiento de las tensiones geopolíticas con Rusia, el principal proveedor de gas a Europa.

Algunos Estados occidentales sospechan que Moscú seguirá poniendo obstáculos a las entregas para ejercer presión, mientras continúan las maniobras militares rusas en la frontera con Ucrania.

El nuevo gobierno de Alemania advirtió recientemente a Moscú que podría ordenar un “cierre” del controvertido gasoducto Nord Stream 2, que conecta Rusia con Alemania a través del Mar Báltico, en caso de una escalada militar.

Pero existe otro factor en la subida de los precios: las existencias en Europa se encuentran actualmente en su nivel más bajo, afectadas por el prolongado invierno de 2020.

El reabastecimiento está resultando complicado al tiempo que la demanda es fuerte, reflejo de un repunte de las economías más fuerte de lo esperado después del agujero causado por COVID-19.

A ello se añaden los cuellos de botella para las energías renovables, como la eólica y la solar, por motivos meteorológicos.

Según Sebastian Herold, profesor de política energética en la Universidad de Ciencias Aplicadas en Darmstadt (Oeste), se espera que el fin de la energía nuclear en Alemania haga subir los precios aún más.

“A largo plazo, esperamos que el aumento de las energías renovables equilibre las cosas, pero no será así en el corto plazo”, dijo a la AFP. Alemania seguirá “siendo más dependiente del gas natural en general, al menos a corto plazo, y por tanto también un poco más dependiente de Rusia”, según el profesor.

– Menos nuclear, más CO2 –

A ello se uno otro revés: el cierre de centrales elimina una fuente de energía baja en carbono en un país donde las emisiones siguen aumentado.

El recurso a combustibles fósiles para compensar el fin de la energía nuclear podría aumentar las emisiones de CO2 “hasta en 40 millones de toneladas” al año, según el instituto DIW basado en Berlín.

Alemania probablemente no cumpla sus objetivos de reducción de emisiones de CO2 “en 2022”, y “será difícil para 2023”, advertía Robert Habeck en una entrevista con Die Zeit.

Sería necesario instalar entre 1.000 y 1.500 aerogeneradores nuevos por año, según Habeck, frente a los “algo más de 450” por año instalados en los últimos años, en particular porque encuentra oposición en el terreno.

La nueva coalición gobernante en Berlín liderada por el socialdemócrata Olaf Scholz se ha fijado el objetivo de que el 80% de la electricidad en Alemania se produzca de forma sostenible para 2030, un adelanto de 8 años frente a las previsiones del anterior ejecutivo.

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