El Secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, inició el domingo una gira por África para contrarrestar la influencia diplomática rusa con una primera parada en Sudáfrica, donde rindió homenaje a la revuelta estudiantil antiapartheid de Soweto.
Con este viaje por tres países africanos, Washington intensifica la diplomacia para contrarrestar el peso de Rusia en el continente, poco después de una extensa gira por África del ministro de Relaciones Exteriores ruso, Serguéi Lavrov.
Sudáfrica ha mantenido una posición neutra desde el inicio de la guerra en Ucrania, rechazando unirse a las condenas occidentales contra Rusia.
El domingo, Blinken recorrió el distrito de Soweto, corazón de la lucha contra la segregación racial en Sudáfrica y visitó el Museo Hector Pieterson, construido en memoria de los estudiantes asesinados en una protesta de 1976 que se convirtió en uno de los hitos del movimiento contra el apartheid.
“Lo extraordinario de este museo es que es historia viva porque inspira a la gente a ver el poder que los jóvenes pueden tener para generar cambios”, dijo Blinken tras la visita.
Blinken se reunirá este lunes con su homóloga sudafricana, Naledi Pandor, y se esperan anuncios sobre la nueva estrategia del Gobierno estadounidense en cuanto al continente africano.
Los dos altos cargos abordarán los desarrollos recientes y en curso sobre la situación geopolítica mundial, según las autoridades sudafricanas.
Sudáfrica forma parte del grupo de economías emergentes BRICS, junto con Brasil, Rusia, India y China. En términos generales, los BRICS son la unión económica-comercial de las cinco economías nacionales emergentes que en la década de 2000 eran las más prometedoras del mundo.
En junio, el presidente ruso, Vladimir Putin, instó a los BRICS a cooperar frente a las “acciones egoístas” de los países occidentales, en un contexto de sanciones sin precedentes contra Moscú por el conflicto en Ucrania.
Para Fonteh Akum, director del Instituto de Estudios de Seguridad con sede en Pretoria, la visita de Blinken pretende “acercar a Sudáfrica al campo occidental”.
El presidente francés, Emmanuel Macron, visitó Benín, Camerún y Guinea-Bissau a fines del mes pasado, mientras que Lavrov estuvo en Congo-Brazzaville, Egipto, Etiopía y Uganda.
“Que Blinken venga después de Lavrov y Macron, básicamente muestra que África está entrando en una fase en la que hay otra competencia de grandes potencias en el continente”, dijo Akum.
Este es el segundo viaje del secretario de Estado estadounidense a África desde su nombramiento el año pasado. En su primer viaje estuvo en Kenia, Nigeria y Senegal.
Ahora, después de Sudáfrica, se dirigirá a finales de semana a la República Democrática del Congo y posteriormente a Ruanda.
Antes de la invasión rusa de Ucrania, la diplomacia estadounidense en África se centraba principalmente en la competencia con China, que ha realizado importantes inversiones en infraestructuras en el continente sin exigir ninguna contrapartida a los estados en materia de democracia o derechos humanos.
Revuelta estudiantil anti-apartheid de Soweto
El 16 de junio de 1976, cerca de 10 mil estudiantes sudafricanos se reunieron en el distrito conocido como Soweto, ubicado en las afueras de Johannesburgo, a fin de participar en la marcha contra el apartheid y el decreto que obligaba contra la enseñanza obligatoria del afrikáans, idioma al que consideraban la lengua del opresor.
La palabra apartheid significa en Afrikaans, variante sudafricana del holandés, “separación”, para designar la política de segregación racial y de organización territorial aplicada de forma sistemática y legal en África del Sur, un estado multiracial, desde 1948, año en que el Partido Nacional ganó las elecciones y estuvo en vigencia hasta 1990.
Este sistema puso en marcha un sofisticado sistema jurídico por el que una minoría blanca (los afrikáneres) impuso una política de odio y de racismo hacia la población negra hasta en las costumbres más cotidianas hasta 1990.
En 1959, el apartheid alcanzó su plenitud cuando la población negra quedó relegada a pequeños territorios marginales y autónomos equivalente a algo más de 13% de la superficie del país y, además, fue privada de la ciudadanía sudafricana.
En 1976, el día 16 de junio en Soweto, miles de jóvenes estudiantes, muchos vestidos con su uniforme escolar, se manifiestan con pancartas de cartón donde se leía: “al diablo con el afrikáans”, “el afrikáans apesta”, “hay que abolir el afrikáans”.
Lamentablemente, lo que prometía ser una manifestación pacífica se convirtió en una masacre donde centenares de estudiantes perdieron la vida. Las fuerzas policiales armadas actuaron con violencia, lanzaron granadas de gases lacrimógenos contra la multitud y decidieron soltar perros para contenerlos.
Cuando los estudiantes trataron de defenderse lanzando piedras a los perros, la policía respondió con fuego. Al finalizar el enfrentamiento, 152 niños y niñas yacían muertos en la calle.
Sin embargo, las cifras oficiales reportaron sólo 23 muertos, un número que sin duda alguna buscaba disfrazar la realidad y dejar en el olvido la violencia y opresión del Gobierno.
Las manifestaciones continuaron hasta entrado 1977 y en ese lapso se perdieron más de 700 vidas de jóvenes.
El 26 de junio de ese año, el Gobierno eliminó la enseñanza del afrikáans en las escuelas para niños negros, lo que constituyó un triunfo del movimiento contra el apartheid.