Argentina llega a la elección dominical -que renovará parcialmente el Congreso-
en medio de una crisis económica con características de tormenta perfecta: alto desempleo, subocupación, inflación galopante y mayor pobreza.
Incluso quienes hasta antes de la pandemia eran empleados prósperos,
se han visto empujados a recurrir a la ayuda social y los comedores comunitarios.
Nunca tuve la necesidad, siempre tuve trabajo y ganaba bien, después de la pandemia fue donde no conseguía trabajo y hasta el momento. Todos los días mando currículum y no me llaman”, comentó Stéfani Chinguel, desempleada.
En el extremo, quienes conservan un empleo formal o informal ven que sus salarios pierden a diario la batalla contra
el alza de precios, que ya supera el 40% anual.
Por la necesidad, no hay trabajo, y hambre, y por eso venimos a buscar comida, porque si no, si realmente tuviéramos trabajo no estaríamos acá pidiendo un plato de comida”, agregó Stéfani.
Los comedores populares proliferan en los barrios menos favorecidos y muchos de los que acuden a comer se alquilan para ayudar, a cambio del apoyo del Estado equivalente a medio salario mínimo.
Es imposible para alguien que no tiene, que no genera ingresos, poder tener y poder comprar, la crisis es muy fea”, dijo Daniel Corvalán, desempleado.
Uno de cada diez argentinos no tiene empleo y 12% más tienen empleo irregular.