La ciudad de Odesa, en el sur de Ucrania, quedó el sábado sin electricidad tras un ataque nocturno ruso con “drones suicidas“, informaron las autoridades.
“Por ahora, la ciudad está sin electricidad“, dijo el jefe adjunto de la administración presidencial ucraniana, Kyrylo Tymoshenko, en Telegram.
Sólo las infraestructuras críticas, como hospitales y maternidades, tenían acceso a la electricidad, precisó.
“La situación sigue siendo difícil, pero está bajo control”, añadió.
Maxim Marchenko, gobernador de la región de Odesa, aseguró que Rusia había atacado la ciudad durante la noche con “drones suicidas”.
Tras el ataque “no hay electricidad en casi ningún distrito ni comunidades de nuestra región”, reiteró.
Dos drones fueron derribados por las unidades de defensa antiaérea ucranianas, agregó.
El viernes, las autoridades de Kiev afirmaron que las regiones del sur del país, entre ellas Odesa, eran las que sufrían peores problemas de energía, tras los últimos ataques contra las infraestructuras energéticas de las fuerzas rusas.
A principios de semana, Rusia lanzó una nueva salva de misiles contra estructuras energéticas en Ucrania, causando nuevos cortes de electricidad y agua.
Rusia empezó a atacar este tipo de infraestructuras después de que las fuerzas de Moscú sufrieran múltiples reveses militares en el terreno.
El presidente ruso, Vladimir Putin, advirtió el jueves que su país seguirá bombardeando estas infraestructuras, que han dejado sin luz ni calefacción a millones de ucranianos.
El puerto de Odesa, en el mar Negro, era uno de los destinos más frecuentados por ucranianos y rusos antes de que Rusia lanzara su ofensiva contra Ucrania el 24 de febrero.
Al recibir el Nobel de la Paz, ucranianos y rusos critican la guerra “insensata” de Putin
Los ganadores de Ucrania, Rusia y Bielorrusia del Premio Nobel de la Paz rechazaron la guerra “insensata y criminal” de Vladimir Putin, al recibir el sábado el prestigioso galardón en Oslo.
Originarios de los tres principales países involucrados en el conflicto, el militante bielorruso Ales Beliatski –encarcelado en su país–, la oenegé rusa Memorial –disuelta por la justicia– y el Centro para las Libertades Civiles (CCL) de Ucrania, fueron laureados por su compromiso en favor “de los derechos humanos, la democracia y la coexistencia pacífica” frente a las fuerzas autoritarias.
“El pueblo de Ucrania quiere la paz más que nadie en el mundo”, declaró la directora del CCL, Oleksandra Matviichuk, en la ceremonia de entrega.
“Pero la paz para un país atacado no se consigue deponiendo las armas. Eso no sería paz, sino ocupación“, agregó.
Creado en 2007, el CCL informa sobre los crímenes de guerra de las tropas rusas y prorrusas en Ucrania.
Tras los bombardeos rusos contra las infraestructuras energéticas ucranianas, Matviichuk tuvo que escribir su discurso de agradecimiento del Nobel a la luz de una vela, dijo a la AFP en una entrevista antes de la ceremonia.
En nueve meses de invasión rusa, el CCL contabilizó “más de 27,000 episodios” de crímenes de guerra, según ella, y esto es “solo la punta del iceberg”.
“La guerra transforma a la gente en números. Tenemos que devolverles un nombre a todas las víctimas de los crímenes de guerra”, dijo.
“Aspiraciones imperiales” de Putin
Con la voz quebrada por la emoción, Matviichuk pidió una vez más la creación de un tribunal internacional para juzgar a “Putin, [su aliado, el dirigente bielorruso Alexander] Lukashenko y a otros criminales de guerra”.
El presidente de Memorial, el ruso Yan Rachinski, denunció por su parte las “aspiraciones imperiales” en su país, herederas de la URSS.
La Rusia de Putin ha tergiversado el sentido histórico de la lucha antifascista “en beneficio de sus propios intereses políticos”, dijo.
Ahora, “resistirse a Rusia equivale al fascismo“, insistió.
Esta distorsión proporciona una “justificación ideológica a la insensata y criminal guerra de agresión contra Ucrania”, dijo, pese a la prohibición impuesta en Moscú de criticar públicamente la invasión.
Memorial, que fue fundada en 1989, se dedicó a denunciar los crímenes cometidos durante el periodo estalinista de la Unión Soviética, además de alertar de vulneraciones de derechos humanos en Rusia.
La justicia rusa disolvió a finales de 2021 esta oenegé y decidió requisar sus oficinas el 7 de octubre de este año, el mismo día en que le dieron el Nobel de la Paz.
“Actualmente, el número de presos políticos en Rusia es superior al número total en toda la Unión Soviética a principios del periodo de la perestroika en los años 1980”, alertó Rachinski.
“Una dictadura esclava”
El tercer galardonado, el activista bielorruso Ales Beliatski, fundador de la oenegé de defensa de los derechos humanos Viasna, está en la cárcel desde julio de 2021.
A la espera del juicio en el que puede ser condenado a 12 años de cárcel por “contrabando” a favor de la oposición del régimen represivo de Lukashenko, este militante de 60 años no estuvo autorizado a transmitir un discurso de agradecimiento por el Nobel.
En su nombre, su esposa Natalia Pinchuk, tuvo que limitarse a repetir algunas de sus palabras, especialmente las que hacen referencia a la lucha contra “la internacional de las dictaduras”.
En Ucrania, Rusia quiere establecer “una dictadura esclava, la misma cosa que en la Bielorrusia actual, donde la voz del pueblo oprimido es ignorada, con bases militares rusas, una gran dependencia económica, una rusificación de la cultura y la lengua“, dijo.
“La bondad y la verdad deben poder protegerse”, añadió.
Los actos de los otros Nobel (Medicina, Física, Química, Literatura y Economía) se celebraran en la capital sueca Estocolmo, donde asisten hasta 26 galardonados.
Esta cifra especialmente elevada se debió a que este año también se dieron los Nobel concedidos en 2020 y 2021, cuando las ceremonias de entrega no pudieron celebrarse a causa del COVID-19.