
El espacio aéreo y marítimo del Caribe atraviesa momentos de tensión tras el despliegue de buques de guerra y aviones de Estados Unidos en aguas cercanas a Venezuela, como parte de la política de Washington contra el narcotráfico.
El Departamento de Defensa informó que dos aviones F-16 venezolanos presuntamente volaron cerca de uno de los buques estadounidenses, lo que fue interpretado como una amenaza.
En respuesta, el presidente Donald Trump ordenó el envío de diez cazas F-35 a Puerto Rico y advirtió que habría “consecuencias” si Caracas repite maniobras de este tipo.
“Yo diría que van a tener problemas. Les informaremos al respecto. Oímos que eso pasó, pero no terminó realmente. No como lo describieron, pero yo diría, General, si lo hacen tiene la opción de hacer lo que quiera. De acuerdo. Si vuelan en una posición peligrosa, yo diría que usted o sus capitanes pueden decidir qué hacer”, declaró Trump al dirigirse a su alto mando militar.
La tensión se agravó después de que un bote, que según Estados Unidos transportaba droga, fuera atacado en el Caribe dejando once personas afectadas.
El secretario de Estado, Marco Rubio, defendió la operación alegando que “los cárteles utilizan estas rutas marítimas desde hace años”, y aseguró que la intercepción ya no funciona, por lo que se recurrirá a la destrucción de embarcaciones.
La Organización de las Naciones Unidas cuestionó la acción y recordó que las operaciones antidrogas deben ajustarse al derecho internacional y al respeto de la vida.
“Nadie debe morir por consumir, traficar, vender o poseer drogas. Esto es indiscutible”, señaló Ravina Shamdasani, portavoz de derechos humanos de la ONU.
El presidente de Colombia, Gustavo Petro, respaldó la postura de Naciones Unidas y calificó el ataque como un asesinato. Además, advirtió que podría reconfigurar la colaboración de su país con Estados Unidos en materia de lucha contra las drogas si Washington no respeta el derecho internacional.