El jefe de la diplomacia rusa, Serguéi Lavrov, acusó este sábado en la Asamblea General de la ONU a Occidente de una “rusofobia sin precedentes”, “grotesca” y “rampante“.
“La rusofobia oficial en Occidente no tiene precedentes, su alcance es grotesco”, dijo Lavrov, quien acusó a Estados Unidos de tomarse “por un enviado de Dios en la Tierra” aunque sin “ninguna obligación“, pero con el “único sagrado derecho de actuar con impunidad cuando y donde quiera”.
“No se avergüenzan de decir que tratan de infligir una derrota militar a nuestro país, pero también destruir y fracturar a Rusia”, agregó ante una Asamblea medio vacía.
Después de que los líderes occidentales aprovecharon la tribuna de la ONU para denunciar la invasión rusa de Ucrania, Lavrov dijo solo quieren que el mundo entero se convierta en su “patio trasero“, como preconizaba la doctrina Monroe en el siglo XIX, que declaró que América Latina estaba bajo su única esfera de influencia.
Occidente, dijo, ha optado por la “confrontación” y no “hay una tercera opción posible ni compromisos“, proclamándose como los “dueños del mundo” en el que o “estás con nosotros o contra nosotros”.
También defendió los referendos que empezaron a realizarse el viernes en algunas zonas de Ucrania ocupadas por Rusia asegurando que la gente reclama la tierra “donde sus ancestros han vivido durante cientos de años“, y acusó a Estados Unidos y Europa de “histeria”.
El presidente estadounidense, Joe Biden, y otros líderes occidentales han dejado claro que nunca aceptarán los resultados de dichas consultas, al considerarlas como un intento de alterar las fronteras del país por la fuerza.
En una conferencia de prensa, Lavrov dijo que “evidentemente, Rusia respetará la expresión del deseo de esta gente que durante muchos años han sufrido los abusos de los neonazis“, como Moscú denomina al gobierno del presidente Volodímir Zelenski.
Y reiteró los agravios cometidos por Ucrania como la prohibición de hablar ruso en su territorio y lamentó que la “insistencia” de Moscú para que la Unión Europea acabe con la “discriminación” que sufren los rusos en Letonia, Estonia y Lituania no “fue escuchada”.
“Tenemos la profunda convicción de que nuestros vecinos occidentales tienen instintos racistas con Rusia como país y como nación”, aseguró tras acusar a la Unión Europea de convertirse en “una entidad autoritaria, dura y dictatorial”.
La amenaza velada de Putin de recurrir a las armas nucleares en caso de amenaza de la “integridad territorial” rusa provocó una condena generalizada de la comunidad internacional.
“Tememos una doctrina sobre la seguridad nuclear que es un documento público”, contestó
Doctrina Monroe
La Doctrina Monroe, sintetizada en la frase “América para los americanos”, fue elaborada en 1823 en Estados Unidos por John A Adams y atribuida al presidente James Monroe. Establecía que cualquier intervención de los europeos en América sería vista como un acto de agresión que requeriría la intervención de los Estados Unidos de América.
La doctrina fue presentada por el presidente Monroe durante su QUINTO discurso al Congreso sobre el Estado de la Unión. Recibida inicialmente con dudas, y luego con entusiasmo, constituyó un momento decisivo en la política exterior de los Estados Unidos. La doctrina fue concebida por sus autores, en especial John Quincy Adams, como una proclamación por parte de los Estados Unidos de su oposición al colonialismo en respuesta a la amenaza que suponía la restauración monárquica en Europa y la Santa Alianza tras las guerras napoleónicas.
La Doctrina reafirma la posición de Estados Unidos contra el colonialismo europeo, inspirándose en la política aislacionista de George Washington, según la cual “Europa tenía un conjunto de intereses elementales sin relación con los nuestros o, si no, muy remotamente” (discurso de despedida del Presidente George Washington, el 17 de septiembre de 1796), y desarrollaba el pensamiento de Thomas Jefferson, según el cual “América tiene un Hemisferio para sí misma”, que tanto podría significar el continente americano como su propio país.
El gobierno de Estados Unidos, en aquel entonces un país que había alcanzado su independencia hacía tan solo 40 años, temía que las potencias europeas victoriosas que emergían del Congreso de Viena (1814-1815) revivieran sus imperios coloniales en las Américas. A medida que las revolucionarias guerras napoleónicas (1803-1815) terminaban, Prusia, Austria y Rusia formaban la Santa Alianza para defender el monarquismo. En particular, la Santa Alianza autorizó incursiones militares para restablecer el dominio de los Borbones sobre España, así como bajo sus colonias, que estaban en la época estableciendo su independencia.