Las y los habitantes de Chernogiv consideraron que su destino está marcado porque viven a una hora de la frontera con Bielorrusia y Rusia. Tal es el caso de Lenit, de 81 años, quien recordó que estaba formado para recoger pan en el supermercado cuando escuchó una explosión y salió para darse cuenta que había un misil en la calle y 14 personas muertas.
Lenit caminó hacia las víctimas, les tomó el pulso, pero nadie seguía con vida. Esta fue la forma en la que este hombre conoció el inicio de los ataques rusos hacia Ucrania, que comenzaron el 24 de febrero y dejaron más de 2 millones de personas desplazadas, más de mil muertos, entre ellos menores de edad hasta el momento.
En su opinión la localización de Chernogiv funcionó como la puerta de entrada para la ocupación de las tropas rusas, ya que fue invadida desde los primeros minutos de los ataques, el ejército ruso descansaba y tomada municiones para después atacar Bucha o Iripin. Esta última ciudad, dijo, aún está minada, los artefactos no fueron desactivados.
Mientras que para Karel, dice, será imposible olvidar cómo las aeronaves rusas sobrevolaron tan cerca que sentía una casi encima de su cabeza. Minutos después estos transportes aéreos desaparecieron el barrio donde nació.
“Quedamos incomunicados, sin electricidad sin agua entonces cocinábamos afuera con fogatas”, detalló.
Por su parte, Alva logró sobrevivir viviendo durante más de 20 días en un sótano. Un espacio de 5 metros cuadrado para 15 personas. Sus vecinos no tuvieron la misma suerte, ellos fallecieron en los tiroteos.
La Fiscalía ucraniana consideró que Chernogiv es una de las comunidades más pobres del país y será clave para comprobar las 5 mil 600 investigaciones que hay abiertas por crímenes de guerra, pues fue atacada de la misma forma que Bucha o Borodyanka, dos de las ciudades cercanas a Kiev, donde se documentaron ejecuciones civiles y abuso sexual hacia mujeres y niñas.