La vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, llegó la noche del domingo a Chicago para participar en la Convención Nacional Demócrata, que la oficializará como la abanderada del partido para enfrentar la reñida pelea contra Donald Trump por la Casa Blanca.
Harris, que viene de participar en eventos de campaña en el decisivo estado de Pensilvania, desembarcó junto a su esposo, Doug Emhoff, en esta ciudad del este de Estados Unidos, donde recibirá de manos del presidente Joe Biden el testigo electoral.
Mientras Chicago da la bienvenida a los demócratas estadounidenses para su convención nacional, los servicios de seguridad se preparan para una serie de posibles amenazas de seguridad, desde protestas potencialmente violentas hasta “atacantes solitarios” que traten de vengar el intento de asesinato contra Donald Trump.
La tercera ciudad más grande de Estados Unidos ha acogido reuniones de partidos políticos desde la nominación de Abraham Lincoln en 1860, y las fuerzas del orden han determinado que su 26ª convención nacional de la próxima semana será una de las más seguras.
Se espera que más de 50 mil activistas acudan al centro de Chicago a partir del lunes para esta cita de cuatro días, una celebración de la nueva abanderada del Partido Demócrata para competir en noviembre por la Casa Blanca, la vicepresidenta Kamala Harris.
Está previsto que acudan invitados de alto nivel, desde músicos y estrellas de Hollywood hasta el presidente Joe Biden, quien renunció a buscar la reelección a finales de julio y dio paso a Harris. Por ello, el Servicio Secreto, el FBI y la policía llevan un año planificando un férreo cordón de seguridad en torno al estadio United Center, donde se desarrollará la cita.
Lucas Rothaar, el principal agente especial del FBI en Chicago, dijo a los periodistas en una reunión informativa que no había preocupaciones específicas, pero advirtió de un “entorno de amenaza elevada”.
“Reconocemos las enormes amenazas a las que nos enfrentamos como nación, que van desde crímenes violentos hasta terrorismo internacional, terrorismo doméstico y crímenes de odio, junto con una gran cantidad de otros riesgos”, dijo.
El intento de asesinato del 13 de julio contra Trump, del que salió herido en una oreja, provocó duras críticas al Servicio Secreto por la laxitud de la seguridad en el lugar del mitin del candidato presidencial republicano en Butler (Pensilvania), donde atacó el pistolero.