Internacional

Ciudadanos ucranianos que regresan a las zonas devastadas hacen recuento de los daños

Hay quienes prefieren creer que después de lo sucedido en Buchan o Boroyanka, donde se acusa a soldados rusos de torturar o asesinar deliberadamente a civiles, lo material está en segundo plano

¿Qué puede rescatarse cuando parece que la vida está hecha añicos?

Oleg, como los miles de ucranianos que regresan a las zonas que fueron devastadas u ocupadas por los rusos hasta hace unos días, hace el recuento de los daños.

“Cuatro personas murieron, pero por la explosión, si no por las consecuencias de esta explosión. Algunos tuvieron ataque al corazón y otros murieron por asfixia por el incendio que se produjo”, dijo Oleg, ciudadano ucraniano.

“Estoy viviendo en el departamento de un amigo porque él se fue a refugiar a Francia, me dejó vivir ahí mientras. No he recibido ayuda del gobierno, nada, solo apoyo de los voluntarios y de mis amigos”,

Quienes vivían aquí, en el vecindario de Obolon, miran el edifico una y otra vez. Si, por difícil que parezca, el pasado 14 de marzo un ataque ruso redujo a escombros sus hogares.

“Alrededor de las 5 de la mañana de ese día un misil impactó el escudo de la defensa ucraniana, y una parte de ese misil cayó en este lugar”, agregó.

Tras el repliegue de las tropas rusas, las autoridades ucranianas permitieron a los habitantes del edificio venir a limpiar y rescatar lo poco que les queda.

Para Zahana, el misil derrumbó más que sus hogares.

“La mayoría de la gente que vivía aquí se ha ido. Los que nos quedamos Vivimos ahora como en una prisión porque todo el tiempo suenan las alarmas, todo está cerrado y los departamentos están muy dañados”, señaló Zahana.

Hay quienes prefieren creer que después de lo sucedido en Buchan o Boroyanka, donde se acusa a soldados rusos de torturar o asesinar deliberadamente a civiles, lo material está en segundo plano.

Frente al departamento en el que vivió más de 20 años y hoy derruido, dice que se siente afortunado. Logró salir del edificio por una de las ventanas e incluso ayudó a evacuar a algunos de sus vecinos.

“No estoy preocupado por lo material porque pude salir a tiempo. Estoy triste porque mis gatos murieron, por supuesto. Pero me siento un hombre afortunado porque estoy vivo”, concluyó Oleg.

Es entre los escombros, dice Oleg, donde es posible rescatar el sentido de estar vivo.

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