Internacional

Colombia inicia jornada de segunda vuelta para elegir presidente

Las encuestas mostraban un empate técnico, por lo que un resultado muy reñido podría alimentar las sospechas de fraude -que Petro ha expresado insistentemente- y desencadenar protestas

Colombia inició este domingo la jornada de votación para el balotaje presidencial entre el izquierdista Gustavo Petro y el independiente Rodolfo Hernández.

A las 08H00 locales el mandatario conservador Iván Duque, impedido por ley para aspirar a la reelección, depositó su voto en la central Plaza de Bolívar, en Bogotá.

El exguerrillero Petro ganó la primera vuelta con el 40,3% de los votos, 12 puntos porcentuales más que el millonario Hernández (28,2%), pero los sondeos dan un empate técnico entre ambos candidatos para la segunda vuelta. Los puestos de votación cerrarán a las 16H00 locales (21H00 GMT).

Los electores castigaron a las fuerzas que históricamente han gobernado y ahora escogerán al sucesor de Iván Duque entre dos alternativas inciertas que despiertan miedos en diferentes sectores. 

Si vence Petro, la izquierda llegará por primera vez al poder y si el triunfo es para Hernández, estará al frente del país un millonario sin partido enredado con la justicia. 

“Los colombianos nunca se habían enfrentado a esto, no ir hacia donde el entusiasmo les señala sino hacia aquel que les hará menos daño”, señala Michael Shifter, del Diálogo Interamericano.

Alrededor de 29 millones de colombianos están llamados voluntariamente a las urnas desde las 13:00 horas hasta las 21:00 horas. La abstención oscila generalmente entre 45 y 50%.

Colombia llega fracturada a este balotaje y con un gobierno desgastado e impopular.

Duramente reprimidas, las protestas de 2019, 2020 y 2021 reflejaron un malestar profundo frente a la desigualdad y falta de oportunidades, principalmente para los jóvenes.

Con la pandemia se agravó la pobreza, que hoy alcanza a 39% de los 50 millones de colombianos. El desempleo ronda 11% y la informalidad 45%. También el narcotráfico y la violencia asociada a esa actividad, con varios grupos armados expandiéndose por el territorio, serán desafíos del próximo Gobierno. 

Petro y Hernández representan ruptura y cambio, pero con modelos y estilos opuestos. El primero quiere robustecer el Estado, transformar el sistema de salud y pensiones, y suspender la exploración de petróleo para dar paso a energías limpias, ante la crisis climática.

El país necesita justicia social para poder construirse en paz, es decir, menos pobreza, menos hambre, menos desigualad, más derechos. Si no hace eso la violencia se profundiza”, sostiene Petro.

Hernández aterrizó en esta contienda como un outsider con dinero y éxito empresarial, y una propuesta de lucha anticorrupción, gobierno austero y menos burocracia. 

Voy a reducir el tamaño del Estado, a acabar la corrupción y reemplazar por funcionarios eficientes y no corruptos a aquellos que han puesto en gobiernos anteriores y que están marcados por la incapacidad y la ineficiencia”, señaló.

Ambos tienen experiencia como alcaldes. Petro fue alcalde de Bogotá (2012-2015) y Hernández de Bucaramanga (2016-2019), una ciudad de unos 600 mil habitantes. El primero es un economista que quiere que los ricos paguen más impuestos y el otro un ingeniero constructor que plantea reducir el IVA de 19% al 10%.

Coinciden en que restablecerán relaciones con Venezuela, respaldarán el acuerdo de paz de 2016 con las extintas FARC y buscarán dialogar con el Ejército de Liberación Nacional, la última guerrilla reconocida en el país. 

Ambos eligieron a dos mujeres con raíces afro como sus futuras vicepresidentas. La ambientalista Francia Márquez acompaña la fórmula de Petro y la académica Marelen Castillo la de Hernández. 

Ante el espectacular giro, crecen las dudas y los miedos. Sectores poderosos y de las Fuerzas Armadas resisten a Petro por su pasado en la lucha armada y su ambicioso proyecto de reformas que, temen, afecte a la propiedad privada y conduzca al país hacia un socialismo fallido. 

Si vence, los militares deberán jurar lealtad a un exguerrillero en un país traumatizado por un conflicto de seis décadas con los rebeldes de ultraizquierda.

“También tiene una personalidad que muchos asocian con intransigencia, terquedad y con un ego que limita el diálogo”, sostiene la politóloga de la Universidad Javeriana Patricia Muñoz. 

Con Hernández reina la incertidumbre. El magnate que promete erradicar la corrupción está llamado a juicio por irregularidades en un contrato firmado en su época de alcalde que podría impedirle gobernar. Es un político lenguaraz, que se desdice con frecuencia y ha hecho comentarios sexistas.

“Tiene poco conocimiento del Estado. ¿Cómo va a gobernar cuando su discurso ha sido en contra de los congresistas y de la clase política?”, plantea la académica.

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