
El fallecimiento de un papa desencadena de manera inmediata un proceso estricto para la elección del nuevo pontífice. Una vez que se ha elegido pontífice, este puede escoger libremente un nombre para gobernar la Iglesia católica.
La intención de cambiar sus nombres es hacer un homenaje a algún santo o figura que los hubiera inspirado o guiado espiritualmente para asumir este papel.
Dentro de la Capilla Sixtina, una vez elegido el cardenal que tomará la posición de papa, el Colegio Cardenalicio pregunta: “Quo nomine vis vocari?”, es decir “¿cómo quieres ser llamado?”.
El cardenal que sale como papa, desvela su nuevo nombre durante su Pontificado. El número romano que llevará seguido de su nuevo nombre corresponde al número de veces que ese nombre ha sido utilizado.
Este proceso además de generar identificación, hace que los papas reconozcan que existe un antes y un después en su vida luego de haber sido escogidos para el cargo: la figura física más importante de la Iglesia católica.
¿Qué nombres han elegido algunos papas?
De este modo, Jorge Mario Bergoglio eligió el nombre de Francisco en honor a San Francisco de Asís, un santo considerado símbolo de la paz, la austeridad y el servicio a los pobres.
Mientras que el alemán Joseph Ratzinger adoptó el nombre de Benedicto XVI, quien fue elegido en 2005, en honor al papa Benedicto XV, quien antes se llamaba Giacomo della Chiesa, a quien valoró por guiar a la Iglesia durante la Primera Guerra Mundial.
Ratzinger fue sucesor de Karol Józef Wojtyła, quien adoptó el nombre de Juan Pablo II. Su pontificado duró casi 27 años, siendo este el tercero más largo en la historia de la Iglesia Católica.
Es necesario recordar que el primer sumo pontífice en cambiarse el nombre fue el papa Mercurio, quien lo modificó a Juan II (470-535), recordando a su predecesor, Juan. Desde entonces empezó a tomarse esta acción como una tradición hasta la actualidad.
De acuerdo con la página oficial del Vaticano, han existido alrededor de 266 papas en la historia.