El primer ministro interino del Líbano y su presidente condenaron la violencia durante la noche en la ciudad de Trípoli, donde manifestantes enojados por un estricto cierre se enfrentaron con las fuerzas de seguridad y prendieron fuego al edificio del municipio.
El jueves fue la cuarta noche consecutiva de disturbios en una de las ciudades más pobres del Líbano, luego de que el gobierno de Beirut impusiera un toque de queda de 24 horas para frenar el aumento de la pandemia de Covid-19, que ha matado a más de 2 mil 500 personas y agravado una crisis económica.
Los criminales que prendieron fuego al municipio e intentaron quemar la Corte. representan un odio negro hacia Trípoli”, dijo el primer ministro Hassan Diab en un comunicado.
“El desafío ahora es derrotar a estos delincuentes deteniéndolos uno a uno y remitiéndolos al sistema judicial”.
Las llamas envolvieron el edificio del gobierno municipal de Trípoli después de que se incendiara poco antes de la medianoche del jueves. La policía había estado disparando gases lacrimógenos contra los manifestantes que lanzaban bombas de gasolina.
El funeral de un hombre que murió a causa de una herida de bala el miércoles por la noche había alterado a los manifestantes. Las fuerzas de seguridad dijeron que habían disparado rondas reales para dispersar a los alborotadores que intentaban asaltar el edificio del gobierno.
Prometemos trabajar rápidamente para restaurar el edificio del municipio de Trípoli para que siga siendo una expresión de su dignidad y herencia pura”, dijo Diab.
El bloqueo contra el coronavirus, en vigor desde el 11 de enero, está acumulando más dificultades para los pobres, ahora más de la mitad de la población libanesa que recibe poca ayuda del gobierno.
Exigimos un estado, exigimos un país y exigimos una mejora de las condiciones sociales y políticas en Trípoli”, dijo Rabih Mina, un residente de Trípoli que se unió a las protestas contra el gobierno.
El colapso financiero que se apodera del Líbano podría hacer que la gente dependa más de las facciones políticas para obtener ayuda y seguridad, en un retroceso a la era de la guerra civil de 1975-90 de las milicias dominantes.