Internacional

Connacionales comienza viaje para llegar a México tras salir de Ucrania

A las 10:37 minutos, el Boeing 737, que por instrucciones del Presidente López Obrador arribó el lunes, despegó de Bucarest rumbo a México

El Boeing 737 de la Fuerza Área Mexicana partió del Aeropuerto Internacional de Bucarest con 81 personas a bordo que huyeron de Ucrania tras la incursión militar rusa.

A las 10:37 minutos, hora local, la aeronave, que por instrucciones del Presidente López Obrador arribó el lunes, despegó rumbo a México.

Traslada en total a 44 mexicanos y 28 ucranianos, quienes son familiares de los connacionales repatriados.

En este vuelo de ayuda humanitaria, también viajan siete personas de nacionalidad ecuatoriana, una peruana y uno más de Australia.

En total, el puente aéreo que logró establecer nuestro país para repatriar a los connacionales que decidieron huir de Europa del Este, beneficia a 81 personas y también a Ramona.

Se trata de una perrita salchicha que viaja junto a su familia, integrada por  Ivette Rosano, originaria de Chihuahua, el esposo de Ivette, un ciudadano mitad ucraniano y mitad australiano, el único australiano repatriado en el Boeing 737, y Leonitz, de 9 años.

Ramona y su familia se refugiaron en el Metro de Kiev, un día después de que el presidente ruso, Vladimir Putin declaró la guerra.

Ahí fue cuando Ivette, su dueña, ideó un plan para huir a la frontera y ya en territorio rumano, a unas horas de ser repatriada a México, Ivette le hizo una promesa.

David es otro que no dudó en tomar el vuelo a Ciudad de México.

Este ciudadano ecuatoriano cuenta que llegó a Odesa, al sur de ucrania, hace 6 años, con una maleta llena de sueños.

“Porque quería cumplir mis sueños, soy violinista y estaba estudiando ahí la carrera de música”, señaló David Medina, ecuatoriano evacuado por México.

Y aunque agradece que cuando llegó a Europa para inscribirse en la escuela de música Stanislav Liudkevych, terminó encontrando a quien hoy es su esposa.

No puede asimilar que la guerra lo retorne a Latinoamérica con exactamente lo mismo con lo que llegó: un violín

“Dejamos absolutamente todo, yo dejo mi trabajo, ella deja su trabajo, nosotros como ya teníamos una vida en familia pues teníamos nuestras cosas. Lo único que pude traer conmigo era mi violín, que es mi herramienta para trabajar como músico”, comentó David Medina.

Roberto es otro de los 81 evacuados, con toda una vida en un par de maletas. Dice que no supo cómo explicarle a su hija Ximena, de 3 años, que debían llevarse sólo lo más indispensable.

“Le dijimos a Sofía, pues vamos a escoger juntos los que más te gusta, todo lo demás pues se quedó. -¿Con cuántas maletas saliste? -Con dos, una grande, una chica, una carriola y provisiones de comida, porque no sabíamos cuánto íbamos a tardar en el viaje”, indicó Roberto Linares\mexicano repatriado.

Eso sí, cuando supo que el Gobierno mexicano alistaba un avión para trasladar a México a quienes quisieran huir de Europa, no dudo en retornar, a pesar de las 27 horas que estuvo en la línea fronteriza, aguardando poder cruzar a territorio rumano.

Una de las primeras explosiones fue como a un kilómetro y cachito de la casa, que fue donde ya empezaron a rezumbar las ventanas, incluso hasta se rompió una de las ventanas de mi departamento y fue cuando dije, no, vámonos. y luego vivíamos a tres minutos del aeropuerto y también bombardearon la torre del aeropuerto puntualizó Roberto Linares.

Para Mayra, originaria de Acapulco, cuando la Cancillería le aviso que ya estaba considerada en el vuelo de repatriación el sentimiento fue ambivalente.

Primero sintió alivio de poder huir con sus dos hijos. Vivió desde el pasado 16 de febrero, cuando se dieron las primeras advertencias de guerra por parte de Rusia, con un miedo que le carcomía.

Pero llegó la nostalgia, dejó mucho más que un par de maletas.

“-¿Qué dejas en Ucrania? -A mi esposo y a los suegros, y a mis amigos. A toda mi familia ucraniana. Si me duele dejarlos”, expresó Mayra.

Al hombre que conoció hace 9 años, cuando trabajaban ambos a bordo de un crucero y hoy demuestra el cariño que tiene por sus dos hijos al dejarlos marchar, mientras él se esconde de la guerra en un sótano.

Con el pesar que provoca la incertidumbre de no saber si algún día retornarán a su hogar, estos mexicanos, ucranianos, ecuatorianos, peruanos y un australiano, no dejaban de agradecer a la Cancillería por sacarlos del horror.

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