El ejército israelí bombardeó el domingo la Franja de Gaza, tras liberar la víspera a cuatro rehenes gracias a una “difícil” operación en un campo de refugiados, que según el movimiento islamista palestino Hamás dejó 274 muertos.
En Ciudad de Gaza, en el norte del asediado territorio palestino, cuatro miembros de una familia murieron y otros resultaron heridos en un bombardeo que alcanzó su casa, según médicos del hospital Al Ahli.
Testigos informaron de disparos de helicópteros al este del campo de refugiados de Al Bureij y de artillería en Deir al Balah, en el centro, y en Rafah, en el sur.
Tras ocho meses de guerra entre Israel y Hamás, la liberación de cuatro rehenes israelíes el sábado refuerza la estrategia militar del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, sometido a fuertes presiones internacionales e internas por su gestión del conflicto.
La operación demuestra que Israel “no se rendirá ante el terrorismo”, celebró el dirigente.
Los rehenes, que estaban en “buen estado de salud“, fueron liberados en “una operación especial difícil de día en Nuseirat”, en el centro de Gaza, declaró el ejército.
Se trata de una mujer, Noa Argamani, de 26 años, y tres hombres: Almog Meir Jan, de 22; Andrey Kozlov, de 27; y Shlomi Ziv, de 41.
Todos fueron secuestrados en el festival de música electrónica Nova durante el ataque de Hamás en el sur de Israel el 7 de octubre, según el ejército.
Por su parte, el Ministerio de Salud del gobierno de Hamás anunció que los ataques israelíes en Nuseirat dejaron al menos 274 muertos.
Desplazados por tercera vez
La relatora especial de la ONU sobre los territorios palestinos, Francesca Albanese, se mostró “aliviada” por la liberación de los rehenes, pero lamentó que se produjera “a costa de al menos 200 palestinos, incluidos niños, y de más de 400 heridos“.
Tras agradecer los “numerosos mensajes de apoyo“, el canciller israelí, Israel Katz, deploró que “solos los enemigos de Israel se hayan quejado de víctimas (entre) los terroristas de Hamás y sus cómplices”.
“Seguiremos actuando con determinación y fuerza”, añadió en un comunicado.
En Nuseirat, Khalil Al Tahrawi aseguró haber oído disparos y obuses desde su refugio. “Los aviones israelíes empezaron a bombardearnos (…) para ocultar la operación de extracción”, indicó.
El ejército israelí dejó tras de sí un espectáculo de desolación: vehículos calcinados, edificios arrasados y hombres intentando abrirse paso entre los escombros para apagar las llamas o socorriendo a los heridos.
Otros estaban agrupados junto a cuerpos envueltos en mantas.
“No sabemos qué pasó. Estábamos sentados tranquilamente y, de repente, escuchamos los bombardeos. Es la tercera vez que nos vemos desplazados, sin saber adónde ir”, contó otra habitante de Nuseirat, que no quiso dar su nombre.